NEUROLOGÍA
¿Por qué los humanos perdemos la curiosidad al hacernos mayores? Claves para estimularla
Los niños tienen una curiosidad inagotable que ya no tenemos en la edad adulta, pero mantenerla puede cambiar nuestra vida.
¿Por qué los humanos perdemos la curiosidad al hacernos mayores?
¿Cuándo fue la última vez que te asombraste con algo? En nuestros primeros años de vida los seres humanos mostramos mucha curiosidad porque todo es nuevo para nosotros. Con el paso de los años, la falta de novedad y las preocupaciones ponen a este comportamiento en un segundo plano.
Es por ello que, cuanto más mayores somos, más debemos potenciar la curiosidad. Y para lograrlo solo debemos hacer una cosa: entrenarla.
La curiosidad no solo nace de nuestro interior, sino que también depende de factores sociales y familiares y podemos despertarla mediante estímulos externos.
Como explica Pedro Díaz, profesor en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Europea.
- "Cuando nuestras habilidades en un campo concreto aumentan, la sensación de dominio sobre esa materia o disciplina hace que aumente nuestra curiosidad para hacerlo mejor, e incluso para adquirir nuevas habilidades".
- Por otro lado, el desconocimiento sobre lo que uno no sabe es el gran enemigo de nuestra curiosidad.
- También el exceso de confianza o el narcisismo pueden menguarla, impidiendo que nuestro conocimiento y nuestras habilidades se expandan por el mero hecho de pensar que ya lo sabemos todo.
hombre mirando traves lupa mirada seria pensativa buscando o investigando pie sobre fondo amarillo
¿Qué ventajas nos aporta ser curiosos?
- Nos hace más inteligentes y creativos: La curiosidad y el conocimiento se retroalimentan, ya que adquirir conocimientos específicos despierta nuestra curiosidad.
- Es capaz de mejorar nuestro comportamiento y nos hace tomar decisiones más saludables.
- Nos hace tener mejores relaciones con los demás.
¿Dónde se genera la curiosidad en el cerebro?
La curiosidad es tan esencial e intrínseca para la supervivencia como el hambre. A pesar de esto, hasta hace poco no se conocían los mecanismos cerebrales subyacentes a esta búsqueda de nuevas experiencias.
La curiosidad se define como el impulso motivador para explorar e investigar lo desconocido, haciendo así nuevos descubrimientos.
- Cuando este comportamiento ocurre, los científicos han observado que una población específica de neuronas, que se encuentran en una región del cerebro llamada Zona Incierta, recibe información que las ‘excita’.
Gracias a este hallazgo podemos empezar a entender, por ejemplo, cómo la curiosidad se impone a veces a la seguridad y por qué algunos individuos son más curiosos que otros.
La libre elección del ratón
Los investigadores del Netherlands Institute for Neuroscience han llegado a este resultado a través de un estudio realizado en un grupo de roedores.
Alexander Heimel, líder del grupo, ha explicado en Science Daily que:
- «A pesar de tener técnicas bien desarrolladas para estudiar los circuitos del cerebro de los ratones, hay numerosos resultados diferentes y controvertidos en el campo de la conducta motivacional».
Por ello, eligieron la solución más simple para llevar a cabo la investigación: dar a los ratones libertad para elegir lo que quieren.
En el estudio sometieron a estos roedores a una batería de ensayos con objetos familiares para ellos y otros totalmente nuevos. También, aumentaron la actividad cerebral en la Zona Incierta, implicada en el control del movimiento.
Con esto, descubrieron que se incrementó la interacción entre ellos y con los objetos novedosos, en comparación con la atención que les prestaban a los objetos que ya conocían.
Por otro lado, cuando inactivaron las células de esta región, la profundidad y la duración de la investigación de estos roedores disminuyó.
Además, los investigadores descubrieron que determinadas neuronas eran más activas durante la investigación profunda que durante la superficial.
retrato muchacha bonita joven que sonrie pensando sonando mordiendo vidrios
Resultados con vistas al futuro
Aunque estos resultados son prometedores, todavía se desconoce cómo la curiosidad conduce al comportamiento de investigación en los seres humanos.
- «Todavía sabemos poco sobre esta zona en los humanos, porque está situada en lo más profundo del cerebro y es difícil medir la actividad con escáneres cerebrales», comenta Heimel.
Sin embargo, otro estudio reciente demuestra que la Zona Incierta también desempeña un papel importante en el despertar de la curiosidad en los monos.
Partiendo de estos estudios está en marcha el desarrollo de nuevas técnicas puede conducir a una mayor claridad en el futuro sobre la indagación humana.
Siguiendo a la "peligrosa curiosidad"
El ansia de conocer y comprender es el motor de nuestro desarrollo como individuos e incluso de nuestro éxito como especie, pero la curiosidad también puede ser peligrosa.
Entonces, ¿por qué el ser humano es tan curioso?
Los científicos creen que se debe a un factor genético: no en la forma de un gen que active o anule este comportamiento, sino en las formas complejas de interaccionar que tienen las personas.
Así lo revela un estudio de 2007, que afirma la existencia de un ‘gen de la curiosidad’ en un pájaro cantor, el Parus major, también conocido como carbonero común.
Parus major
- Los pájaros cantores son una especie aficionada a explorar su entorno. Las mutaciones en ese gen, conocido como DRD4, se han asociado en los humanos con el interés de una persona por buscar novedades.
Los investigadores trabajaron con una selección de aves que fueron clasificadas según su baja o gran curiosidad. Evaluaron el nivel de indagación mediante un test similar al que utilizan los psicólogos para medir respuestas conductuales.
Examinaron la conducta exploratoria temprana de cada pájaro inmediatamente después de abandonar el nido.
En una de las pruebas, los biólogos midieron el tiempo transcurrido hasta que el pájaro visitaba cuatro árboles artificiales después de haber sido liberado en la sala de observación.
En un segundo test, cuantificaron la reacción del pájaro hacia cada uno de los dos objetos desconocidos que habían sido colocados en su jaula.
Con esto, se dieron cuenta de que los pájaros poseen ‘personalidades’ diferentes y buscaron la razón.
- Así, en el gen DRD4 detectaron 73 variantes y, en dos de ellas, encontraron evidencia de una asociación con la conducta exploratoria o curiosidad de las aves.
Parece ser entonces que la pasión por los cambios, por la exploración de nuevas metas o el interés hacia cosas nuevas es obra de este gen. Y, a buen seguro, seguirá despertando la curiosidad del hombre.
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