Nadie imagina una playa barcelonesa sin chiringuitos a cuya sombra arrimarse a tomar algo, aunque no todos los bañistas puedan permitirse hacerlo. La razón son los precios de las consumiciones, que no están al alcance de todos los bolsillos, en un bucle de costes que empieza en el mismo momento en que los operadores pagan fortunas por una licencia de ocupación de esos metros cuadrados de arena. Por ese motivo, operadores y aspirantes reivindican hace años que los criterios de otorgamiento por concurso público no sean económicos, sino de calidad de la oferta. Sin embargo, esta semana se ha abierto el concurso para adjudicar de nuevo toda la oferta playera que, según el sector, vuelve a ser "una subasta encubierta" enfocada al mejor postor.
Renovación de contratos
El concurso para los chiringuitos de playa de Barcelona se abre con polémica
El Ayuntamiento de Barcelona dice primar criterios "sociales y de sostenibilidad" sobre los económicos, aunque la restauración critica que se utiliza un modelo matemático que acaba funcionando como una "subasta encubierta"
Imagen de archivo de un chiringuito en la playa, el verano de 2020 y con restricciones por la pandemia. /
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