La biodiversidad cambiante

Medusas contra tortugas, la gran guerra mediterránea

La costa catalana se revela con el cambio climático como un óptimo tálamo para dos especies enfrentadas en la cadena trófica, con los bañistas como espectadores

Una tortuga boba en una playa catalana. / JORDI COTRINA (Zeta_intramedia)

Puede que desde el periodo Cámbrico, que ya son años, unos 500 millones como poco, las medusas no fueran tan felices por estas latitudes mediterráneas. El pasado jueves, en nueve de los 10 mástiles de las playas de Barcelona ondeaba la bandera amarilla por su presencia. Eran ejemplares de la ‘Pelagia noctulica’, una medusa bioluminiscente, detalle sin duda fascinante, pero que queda eclipsado por su altísimo poder urticante. Como cada verano, el quid es siempre el mismo: ¿hay más medusas? El Institut de Ciències del Mar (ICM), tras 20 años de echar cuentas y analizar datos de las 15 especies que se mecen en las olas en esta zona, apunta una interesantísima teoría. Las condiciones ambientales (temperatura del agua, abundancia de nutrientes, ausencia de depredadores…) han convertido el Mediterráneo, más que en una sopa, en una suerte de arcadia para la fauna gelatinosa, tanto que ha terminado por acelerar el ritmo vital de las medusas hasta hacerlas, sugiere la profesora Macarena Marambio, incluso más fecundas.

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