El camino de tierra entre el aparcamiento de la casi virginal playa Castell, en Palamós, y el mar se hacía interminable a pleno sol este sábado 11 de julio por la mañana en el primer fin de semana de vacaciones para muchos. Pese al calor, la inmensa mayoría de los bañistas bajan hacia la arena con las mascarillas puestas. Más de un kilómetro andando, cargados de niños, toallas, neveras portátiles, flotadores y sillas. Y con la boca y la nariz tapadas. Un día después de la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre, independientemente de la distancia del prójimo, parece que todos la acatan. En esta y el resto de playas visitadas por este diario, el civismo ganaba al coronavirus, aunque también había quien se saltaba las normas.
La nueva normalidad
La costa catalana afronta con civismo las medidas anticovid
Un agente cívico controla el aforo en la playa de Llafranc, en Palafrugell, este sábado al mediodía. /
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