RESTRICCIONES POR EL COVID

El alud de bañistas obliga a cerrar el acceso a cuatro playas de Barcelona

Bañistas en la playa de Nova Icària, en Barcelona. / FOTO Y VÍDEO: MANU MITRU

El estilismo playero de la temporada, un bañador o biquini rematado en algunos momentos con una mascarilla (esta última a veces más grande que lo primero), ha sido hoy sábado la principal pista de que el verano que está a punto de comenzar será distinto a todos. Por lo demás, el litoral de Barcelona presentaba según avanzaba el día una estampa de plena normalidad estival que rompía con creces el guión de fase 2 de desescalada que aún vive la ciudad. Hasta el punto de que durante esta tarde ha habido que cerrar los accesos a las playas de Nova Icària, Bogatell, Mar Bella y Llevant, donde se alcanzó el nivel máximo de ocupación (más del 80%), indicado con rojo en la web municipal que informa en directo de la afluencia de cada una.

Era el primer día soleado y de fin de semana desde que el pasado lunes se abrieron las playas al uso recreativo, pero los barceloneses no madrugaron y empezaron distribuyéndose responsablemente por la arena. Ese reparto a lo largo y ancho de 4,2 kilómetros de litoral permitió que inicialmente no hubiera problemas para ubicar la toalla cerca del mar. A media mañana, la ocupación se hallaba entre los niveles bajo (por debajo del 40% indicado en verde en la web) y el normal (en amarillo, del 40 al 60%). Fue cuestión de horas que ocho tramos dieran el salto progresivo al naranja o alto (del 60 al 80%). Y de ahí al rojo que hizo saltar las alarmas.

Sin turistas pero llenas

Para entonces, informadores (más bien escasos) y megafonía alertaban al público de que se redistribuyera y no tratase de entrar en la Nova Icària o Bogatell, mientras la Urbana decidía si desalojaba a parte de los bañistas para esponjar la zona. Finalmente se ha optado por cortar el acceso pero no echar a nadie. A las 18.20 horas, el llenazo ha llegado a la Mar Bella y Llevant, donde también ha habido que cerrar la entrada de usuarios. La zona Fòrum sin apenas usuarios y la playa del Somorrostro (con ocupación en amarillo) eran opciones viables para no tener que volver a casa. 

La otra pista infalible de la singularidad del verano 2020 es, de momento, la ausencia de turistas. Con las fronteras aún cerradas, las playas han sido tomadas por los bañistas barceloneses, que integran a no pocos residentes extranjeros. Está claro que muchos han ignorado el portal (Barcelona.cat/ca/que-pots-fer-a-bcn/banys-i-platges), donde se informa en directo con imágenes desde algunas cámaras y los datos que proporcionan 18 sensores repartidos. El propósito es no superar un aforo máximo total de 38.000 usuarios, similar de hecho a otros veranos pero que ahora se focaliza en la redistribución de la gente por todo el arenal, aunque sea lejos del agua.

El otro sistema de control de acceso, puramente físico, se está desplegando estos días en las playas que corresponden a Ciutat Vella. Como puede verse ya en la de Somorrostro, consiste en cercar las playas con estacas y cuerdas dejando una zona de entrada que se pueda regular, aunque todavía sin personal desplegado para esa misión.

Sin embargo, los problemas de aforo se han dado hoy en playas de Sant Martí, donde en principio no estaban previstos controles de acceso in situ delimitados.

Difícil control

La Guardia Urbana ha hecho rondas en furgonetas y motos, desde el paseo, más bien disuasoriamente. «El control es muy complicado porque hay gente que viene en grupos grandes y si se mueve puede dar sensación de que no se respetan las separaciones», opinaba Emma Sans, con tres amigas que vivieron el esperado reencuentro con el mar con chillidos de emoción. «La gente ha de poner de su parte por responsabilidad», se quejaba Antonio L., que con su pareja se movió de playa, al Somorrostro, buscando más tranquilidad.

Y  aunque las señales adoctrinaban en varios idiomas sobre las nuevas reglas de uso de la playa, la paradoja era ver llegar autobuses de algunas líneas llenos, como la V15, o paradas concurridas por la mala frecuencia de paso. O partes del paseo Marítim llenas de viandantes a veces ávidos de una paella que oficializase el inicio de la temporada.

En el restaurante Salamanca los clientes aguardaban para acceder a sus muchas mesas a la fresca. Un responsable admitía el éxito de convocatoria, aunque recordaba que con menor aforo del habitual y una baja afluencia entre lunes y viernes, fuese por la meteorología o la ausencia de turistas ociosos. Los barceloneses, en cambio, se concentran los fines de semana. Era la misma tesis del Arenal, a pie de la playa del Somorrostro,  con más de 200 reservas autóctonas para comer, tras una semana floja. 

Por contra, los chiringuitos echan de menos al turista. Hoy ya funcionaban al menos nueve de los 11 que han aceptado abrir esta atípica temporada. Con unas condiciones más ventajosas y terrazas ampliadas para compensar el menor aforo, estuvieron animados todo el día, aunque algunos admitían que el volumen de trabajo es muy inferior sin el turismo, que dispara el consumo.

Para todos aquellos que piensen aprovechar el buen tiempo para acercarse al mar, el ayuntamiento insiste en que se consulte antes la web municipal para ver qué orillas están más despejadas, y cumplir así con las normas de distancia social que exige la normativa covid.

Personas con discapacidad reclaman su derecho a baño en las playas de Barcelona. En el vídeo, Montse Font, de la Comisión de Playas de Barcelona, y César León denuncian que no se pueden bañar este años. / JORDI COTRINA / VÍDEO: ACN / CAROLA LÓPEZ

"Derecho a disfrutar del ocio"

Este sábado por la mañana, decenas de personas con discapacidad se han concentrado en el paseo Marítim de Bogatell para exigir el servicio de baño adaptado a las playas barcelonesas. "Teóricamente hoy comenzaba la temporada de playas para las personas con movilidad reducida, lo que está anunciada en la web pero no hay ni los módulos, ni los técnicos, ni las anfibias ni las cuatro playas preparadas para que podamos bañar", denuncia a la agencia de noticias ACN Montse Font, miembro de la Comissió de Platge de Barcelona. El colectivo exige a la alcaldesa, Ada Colau, su "derecho a disfrutar del ocio" y denuncia que no han tenido respuesta del consistorio aunque hace años que luchan para mejorar este servicio.

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