EVOLUCIÓN DEL CLIMA

El cambio climático amenaza con devorar las playas de Catalunya

Playa del Fangar, en el delta del Ebro. / XAVIER JUBIERRE

Las playas catalanas perderán gran parte de su anchura, en algunos casos hasta 80 metros, si prosigue el aumento global del nivel del mar y se superan los 50 o incluso los 90 centímetros a finales de siglo, tal como indican dos de los principales escenarios o proyecciones elaboradas por el IPCC, el grupo de expertos en cambio climático de la ONU. Además, a no ser que se adopten medidas drásticas, todo indica que la arena superviviente sufrirá también una enorme erosión cuando lleguen los tradicionales temporales de levante.

"Habrá una gran variación porque no todas las playas tienen la misma pendiente, el mismo grado de artificialidad y la misma orientación, factores que las hacen más o menos vulnerables, pero hay elevadas posibilidades de que muchas queden reducidas drásticamente (más del 50%) o incluso desaparezcan por completo", advierte Agustín Sánchez-Arcilla, catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y director de su Laboratorio de Ingeniería Marítima (LIM). El 39% de las playas de Catalunya y la Comunidad Valenciana se encuentran en una situación "muy vulnerable", según un estudio del LIM.

Por regla general, dice Sánchez-Arcilla, un aumento de un metro en el nivel del mar equivale a una pérdida de 100 metros de anchura en una típica playa arenosa de poca pendiente (1%), como algunas de la Costa Daurada y el Maresme, así como en buena parte de los deltas del Ebro, el Llobregat y el Ter-Fluvià. En cambio, en las playas más empinadas y estrechas, como sucede en la Costa Brava, la pérdida desciende. "Las playas más naturales y las menos abiertas resistirán mejor", considera el director del LIM-UPC.

Adaptación al litoral mediterráneo

A partir de imágenes áreas digitalizadas, el equipo del LIM-UPC ha adaptado los aumentos del nivel global del mar calculados por el IPCC a la morfología real del litoral mediterráneo. En el análisis concreto de las playas de Barcelona, con una anchura máxima que oscila actualmente entre los 40 y los 75 metros, se observa en los últimos años una pérdida anual de 1,3 metros. De cumplirse la llamada proyección RCP8.5 del IPCC, bastante pesimista, en los años 2030 y 2050 se habrán perdido 20 y 45 metros de media, respectivamente, mientras que en el 2100 ya no quedará nada de arena. Además, hay un elevado riesgo de que los futuros temporales sobrepasen los límites rígidos de algunas playas, como en la de Sant Sebastià, e inunden las calles. O que llegan a las vías del tren si se encuentran cerca del mar, como en el Maresme.

"A la hora de planificar estructuras, los ingenieros debemos pensar en situaciones pesimistas como la del RCP8.5", recuerda Sánchez-Arcilla. Si se optara por otro modelo climático más optimista, como el RCP2.6 (según el IPCC, es lo que sucedería si las emisiones de CO2 alcanzan su máximo en el 2030 y empiezan a reducirse a partir de entonces), la pérdida de playas sería muy inferior, pero igualmente importante. "Las playas de Barcelona son muy vulnerables por su elevado grado de artificialización", insiste el profesor de la UPC.

Al margen de la evolución del cambio climático, Sánchez-Arcilla considera que la supervivencia de las playas catalanas dependerá de los esfuerzos que se hagan para mantenerlas. La adición artificial de arena es lógicamente una opción, pero el director del LIM-UPC considera que los costes lo descartan como una solución a gran escala (solo para defender algunas playas escogidas). Además, se corre el riesgo de crear playas con grandes pendientes que sucumbirían fácilmente ante los temporales. "Debemos plantearnos unas prioridades", resume. Su equipo está trabajando en el diseño de diques submarinos y de barreras naturales (con algas y plantas consolidadas) para frenar el embate del gran oleaje.

Dirección de los vientos

Las simulaciones elaboradas por el LIM-UPC no prevén en el Mediterráneo un aumento de los temporales y de su efecto erosionador, sino más bien lo contrario, pero bastará con que el nivel del agua esté más alto para ocasionar más daños, dice Sánchez-Arcilla. Lo que sí se observa con los modelos de cálculo es un cambio en el sentido de las olas, con más lebeche ('garbí') y menos levante. "Quizá sea positivo porque los temporales de levante son los más dañinos -concluye-, pero al mismo tiempo es posible que ello modifique la morfología de algunas playas". En definitiva, que será necesario acostumbrarse a un nuevo paisaje costero.

1. El aviso de mareógrafos y satélites

El nivel del mar se elevó en el conjunto del planeta 0,19 metros en el periodo 1901-2010, aunque con una cierta incertidumbre (de 0,17 a 0,21 metros) porque el crecimiento no es uniforme, según confirman los datos obtenidos con mareógrafos instalados en puertos y más recientemente de satélites equipados con altímetros. Puede parecer poco, pero el último informe del IPCC, el grupo de expertos en clima de la ONU, subraya que el análisis de antiguos sedimentos marinos sugiere que este aumento es el más intenso de los dos últimos milenios. El problema, además, es que la tasa de elevación se ha desbocado en los últimos años: frente a la media de 1,8 milímetros anuales a lo largo del pasado siglo, en el periodo 1993-2010 ha sido de 3,2.

2. Dilatación térmica y fusión de los glaciares

El incremento del nivel del mar responde esencialmente a dos causas. La primera es la expansión o dilatación térmica del agua, el proceso físico por el cual los océanos tienden a ocupar más espacio cuanto más calientes están, una pérdida de densidad que puede observarse de forma sencilla al intentar hervir agua en un recipiente casero. El segundo es el deshielo de los hielos terrestres por efecto del calor, fundamentalmente los asentados sobre la Antártida y sobre Groenlandia y otras islas del Ártico. Contribuciones menores se atribuyen a la fusión de los glaciares de alta montaña y del llamado permafrost, el hielo acumulado en las capas superficiales del suelo en Siberia, Canadá y otras regiones frías del hemisferio norte. 

3. La ayuda de grandes superordenadores

Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, el nivel medio del mar habrá ascendido entre medio y prácticamente un metro a finales de siglo, de acuerdo con los principales modelos climáticos, complejos programas informáticos que se ponen en marcha en superordenadores y que simulan el comportamiento de la atmósfera terrestre. Que la situación mejore o empeore dependerá, claro está, de que los países reduzcan o mantengan su dependencia de los combustibles fósiles. Por ejemplo, la fusión completa de los glaciares de Groenlandia, algo no previsto para el siglo XXI ni en el peor de los casos, supondría un aumento de unos siete metros. Hace unos 20.000 años, durante la última glaciación, el nivel estuvo 130 metros por debajo.  

4. Delta del Ebro, terreno de alto riesgo

Si los deltas, territorios con escasa pendiente, son las áreas más amenazadas del planeta, en el caso de Catalunya la situación puede ser particulamente dramática en el del Ebro porque allí se combinan el aumento del nivel del mar, la falta de sedimentos debido a la construcción de embalses en toda la cuenca y la subsidencia o hundimiento natural del terreno. Un estudio reciente coordinado por la Generalitat concluyó que entre el 40% y el 80% del delta quedará bajo las aguas con una subida moderada del nivel del mar (menos de un metro), aunque buena parte del problema se podría resolver con una actuación decidida que incluiría la construcción de dunas artificiales con vegetación consolidada y espigones de apertura controlada, a la manera holandesa.