No hay playa igual en el mundo: ni más protegida de la tramuntana –y de los piratas– ni tan impactante, con esa torre y las murallas almenadas cubriendo sus espaldas y plantándole cara a quien ose desembarcar con malas intenciones. El Codolar de Tossa fue desde siempre el puerto natural de esta villa marinera, comparable en hermosura y autenticidad con Cadaqués o Calella de Palafrugell. El cinturón amurallado (siglos XII y XIV) es uno de los mejor conservados del Mediterráneo. Da gusto asomarse en busca de la mejor estampa. El paseo es gratuito, saludable y muy recomendable, tanto como subir hasta las ruinas de la parroquia gótica del XIV y el faro.
MIGUEL Á. ÁLVAREZ ALPERI