Hay personas con los ojos fuera de las órbitas. Corriendo de aquí a allá y abrazando a desconocidos. Llevan pulseras de papel en la muñeca y engullen gofres. Levantan las manos en los conciertos sin saber quién toca en ese escenario. También se detienen en stands de marcas, donde hay incluso coches expuestos. Caminan dando tumbos, como intoxicados: ríen y lloran. Sobrepasados, pero felices.
Conde del asalto
El Primavera Sound de los niños
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