Es una cuestión de sensibilidad. Puedes pasarte los días caminando con la nariz pegada al móvil, o haciendo el terrible recuento de mascarillas por las aceras. Pero si levantas la cabeza y te fijas, advertirás la presencia de unos guardianes ausentes que custodian cada uno de tus pasos. Las puertas están siempre allí: esperando para recibirte. Son el principio y el final de tu día, y a menudo convierten las calles en inopinados museos. Las hay misteriosas, seductoras, enormes, diminutas, rectas, curvilíneas, siniestras, coloridas... Te invitamos a descubrir una constelación de umbrales, pomos y bisagras de toda forma y procedencia. Pero pasa, no te quedes en la puerta.
Patrimonio con picaporte
Turismo entre portazos: las puertas más bonitas de Barcelona
Las hay misteriosas, seductoras, siniestras, de fábula. Un universo alternativo con bisagras. No pases, no. Esta vez quédate en la puerta
Puerta del número 45 de la calle de Francisco Giner en el barrio de Gràcia. /
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