El algarrobo que crece en los jardines del Doctor Pere Castelló, junto a la avenida de Sarrià, en Barcelona, es una herencia de una época ya lejana en la que la zona era un terreno agrícola salpicado de masías. Concretamente, según informa el ayuntamiento en su catálogo de árboles de interés local, fue plantado hacia 1896, tres décadas antes de que el pueblo de Sarrià se incorporara a Barcelona.

En la ciudad sobreviven unos pocos algarrobos de larga vida, como dos ilustres situados en los jardines de Can Miralletes y en el Park Güell, pero en la mayoría de los casos es difícil precisar su edad porque, a falta de testimonios escritos, la especie no genera los característicos anillos concéntricos típicos de otros árboles.

El algarrobo del Doctor Castelló, situado junto a un busto de bronce del que fuera médico de Fernando VII, muestra el inexorable paso del tiempo en su tronco hueco y agrietado, como es habitual en los ancianos de su especie. Además, presenta una silueta desequilibrada y su rama principal está rota, motivo por el cual hace años hubo que colocarle un apoyo metálico. Sin embargo, pese a todos los pesares, tiene vitalidad y su copa es aún frondosa.

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