El arquitecto y paisajista Nicolau Rubió i Tudurí, responsable del diseño alguno de los jardines más afamados de Barcelona, quiso que el parque de la Font del Racó, inaugurado en 1926, mantuviera en todo lo posible el aspecto forestal –incluyendo una popular fuente– y el relieve abrupto que caracterizaba en aquel entonces la zona donde se encuentra, en la falda de la sierra de Collserola. El resultado fue un jardín con senderos en pronunciada pendiente (o bien con escaleras) y además con una densa vegetación mediterránea dominada por algarrobos, encinas y pinos, aunque actualmente también cuenta con pitósporos, robinias, palmeras y otros elementos típicos de jardinería.

El elemento botánico más destacado es, no obstante, un elegante roble anterior al ajardinamiento de 1926 que hace equilibrismos en una ladera de la parte baja, en un ambiente umbrío que retiene la humedad. El árbol, que es concretamente un roble cerrioide, un híbrido natural, mide 3,90 de perímetro de tronco y su altitud ronda los 20 metros. Pese a una vistosa protuberancia a baja altura, presenta un buen estado y una enorme y frondosa copa.

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