En plena resurrección del desayuno nostrat de cuchillo y tenedor, y en convivencia con el mayor despliegue que ha conocido Barcelona de panaderías con degustación que disparan pastas a destajo y bocadillos tamaño pulga, o de bares dispuestos a la guerra del primer bocado del día a precio cerrado, ha aparecido en escena un singular competidor donde la primera digestión se fragua ante un buen bol de cereales. Un crepitante tazón para triturar un festival de sabores, del trigo al arroz inflado.

Le han llamado El Flako, en el corazón del Born. De flacas dimensiones sí es, pero desborda buen rollo y energía 'crispy'. Aunque el volumen de calorías lo elije el cliente, porque el universo cereal tiene de momento unos cien planetas: de los dulzones 'Froot Loops' a los 'Crunch's' en todas sus versiones.

El negocio monotema se empezó a cocer hace un par de años en un viaje a Londres, cuando dos adictos al cereal descubrieron un local especializado y se maravillaron de que "en una ciudad cosmopolita como Barcelona no hubiera ninguno". Mientras desarrollaban su idea de negocio se les adelantó otro proyecto en Madrid, Cereal Hunters, que tras su éxito inicial ahora se despliega en franquicias. Pero en la capital catalana El Flako es pionero y no hay quien dé abasto para catarlo todo.

La simplicidad de su local, de techos altos, contrasta con la infinidad de combinaciones de gustos, texturas, crujidos en boca y tragos de leche.

MANUAL DE INSTRUCCIONES

Su propuesta es elegir cereales entre el centenar (de importación o nacionales, con todo tipo de formas, con o sin gluten o azúcar, ecológicos....), escoger leches entre una quincena (de la de vaca desnatada a la completa, sin lactosa, de avellanas, de soja, etc...) y rematarlo con alguno de sus 60 toppings: del chocolate al Oreo, pasando por el coco rallado, nubes, Snickers o fruta natural. 

Es decir, que el manejo de la fórmula (desde tres euros) es fácil, pero lo complejo puede ser decidirse. Por ello, Nicolás Castán, Laia Rincón y Michiel Tromp, los tres jóvenes socios (ninguno ha cumplido los 30) han creado los sugerentes cócteles cerrados. Por ejemplo, el Kozmic Blues (Chocopic, Lion, Lacasitos con café con leche), el Hoochie Coochie Man (Crispy minis, plátano fresco, frutos rojos y yogur de Nutella), el I'm Eighteen (Crunchy Nuts, Cheerios, Miel Pops, M&ms y leche de avellanas) y ocho 'combos' más por entre 4,6 y 5,2 euros. Una apuesta económica para asentarse en el barrio, que ya ha llenado sus mesas de clientes locales -más que de turistas- tentados por el preciado elemento en todas sus formas.

VERSIÓN SALADA

La diferencia es que el viajero encaja el bol con leche a cualquier hora, y el barcelonés lo prefiere para desayunar o merendar. No es ni de lejos la única opción para saciar el hambre, porque además de vistosas cajas de colores que evocan a desayunos de película, los que reniegan de la cuchara pueden disfrutar de tostadas de cereales dulces o saladas (queso de cabra, rúcula y tomates secos; queso de untar, nueces y salmón...) o sándwiches, así como de pasteles artesanales y todo un repertorio de batidos, cafés o licuados.

La escenografía minimalista y vegetal evoca bienestar, prometen, en horario diario de 9.00 a 21.00 horas, y domingos de 10.00 a 19.00 horas.