Quizá la tienda cerró porque no vendía sábanas suficientes. O porque los turistas, extasiados antes lo que veían, impedían el paso a los clientes. Admiraban, y admiran, el Palau de la Música: la belleza, ante ellos; la fealdad, a sus espaldas. Y, en medio, el ciclista zumbón. ¿Se ríe del contraste?
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Contrastes con poca gracia
Un negocio olvidado frente al admirado Palau de la Música
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