Nigiris de solomillo: la cocina nikkei se reivindica en la zona alta de Barcelona

Hubo un tiempo en que Barcelona era nikkei. Hay pocos caramelos más tentadores que la cocina japonesa y la cocina peruana en el mismo plato. Afortunadamente, la fiebre se disipó en favor de otras modas. Y hay que celebrarlo, pues resulta mucho más fácil separar el grano de la paja. Ahí, en el grano, entran propuestas interesantes como Nikkei 103 (Aribau, 33) o Nuna (Casanova, 211), cuya cocina nikkei creativa me sedujo hace poco. El surtido de sushi es de traca y tiene un nigiri de cigala que merece un Oscar a los mejores efectos palatales.  

En materia de sushi nikkei, tengo que rendirme también ante un proyecto que acaba de abrir a dos minutos de la parada de Ferrocarrils de Pàdua. Se llama Uchu (Balmes, 327) y es el hermano nikkei del magnífico restaurante peruano Leche de Tigre (Casanova, 262), lo que garantiza la calidad de sus ceviches. No obstante, el sushi es, a mi modo de ver, el cabeza de cartel de este nuevo espacio. Piezas trabajadas, con material de primera, excelente arroz y un manto de salsas peruanas que marcan la diferencia: no necesitarás la soja. 

Y se agradece que se cuide tanto el apartado de nigiris. El de atún bluefin con salsa de ají y chimichurri y el de corvina con salsa pachamanquera son altamente placenteros. Pero me deja medio tonto el nigiri de solomillo de ternera con salsa anticuchera, la joya que deberían convertir en el símbolo de su heráldica. Un nigiri que bordea la perfección y hace entrar en juego otro de los anzuelos de la casa: la robata. Por la brasa japonesa pasan otros platos de caza mayor, como el rib-eye o el ceviche mixto caliente. Disfruto con la costilla a baja temperatura con salsa carapulcra: melosa y bañada en un fluido vigorizante. Y con la coctelería nikkei, otro de sus puntos fuertes: al segundo pelotazo con pisco tendrás que enviar el whatsapp de rigor anunciando que llegarás tarde a casa. 

Suscríbete para seguir leyendo