El otro día me pedí un café para llevar en una famosa tienda de cruasanes de la calle Calvet. El supuesto 'flat white' de especialidad no era nada del otro mundo, no obstante, aquel café llevaba algo que me dejó boquiabierto y acabó de un plumazo con todos mis remordimientos medioambientales: un removedor comestible. Lo primero que pregunté fue: «¿Quién ha sido el genio?». La única respuesta que recibí fue el rictus de lástima de la barista.
Toma pan y moja
Cómete ese removedor de café, por Òscar Broc
El café para llevar implica plástico. El palito comestible para agitarlo mitiga los remordimientos medioambientales
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