Que Quim Vila abra una botella es garantía de que algo excepcional va a suceder.
Maneja vidrios que son joyas y no por el precio, sino por lo que expresan. Desde un colmado de la calle de Agullers (en la foto, su abuela Clotilde y una clienta, en 1965) a beberse el mundo: las raíces de este hombre son profundas.
Lo definen la generosidad, el estudio, la empatía, el comercio y la exigencia (a menudo es un 'torracollons').
Hace poco, reunió a unos amigos para destapar maravillas del 2007 que forman parte de la colección de los 75 años de Vila Viniteca: se comió y se bebió.
Me quedo con la 'pilota' de perdiz, el blanco de Carlos Esteva y el tinto de Tomàs Cusiné. Y con Quim Vila.