Leo las noticias apretando una sonrisa. Restricciones, contagios... Y un aumento del 65% en el presupuesto del Ayuntamiento para la iluminación navideña. Lo gracioso no es el 'fail' de rascarse el bolsillo para algo tan accesorio justo en año de miserias pandémicas, sino que no se den cuenta de que no vale la pena. Nuestra mirada siempre se clavará en el neón amorfo, la guirnalda ridícula, el adorno cutre que echa al traste tantas buenas intenciones.
Ornamentos 'kitsch'
La jungla ornamental
Hay un espectro que recorre la Navidad. No, no hablo del covid. Son los esperpénticos adornos navideños que atacan nuestras retinas desde calles, balcones, portales y escaparates
Un pesebre en un árbol de una plaza del Farró. /
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