el museo imaginario

El parque del Clot, "historia industrial" y "escenario natural"

"Es un ejemplo de cómo mirar al futuro sin borrar el pasado", afirma la ceramista Marissa McInturff (Mari Masot) sobre lo que fue una antigua fábrica-taller de Renfe

Marissa McInturff en el parque del Clot. / MANU MITRU

Marissa McInturff, lleva un lustro viviendo en Barcelona. Como muchos creativos, esta estadounidense se instaló en la ciudad atraída por sus encantos, su aire abierto, artístico y cosmopolita. Cuando se dedicaba a la publicidad como 'home economist' (potenciar el aspecto estético de los platos antes de fotografiarlos o filmarlos), había viajado a España para rodar un anuncio. Así conoció a su futuro marido, que le convenció para que se instalara junto al Mediterráneo. 

Al llegar, mientras esperaba a tener permiso de trabajo, se apuntó a un curso de cerámica. "Me cautivó tanto que cuando me lo entregaron ya no quise volver a la publicidad". La vena artística le dio fuerte, y le salió bien la jugada: hoy es una de las ceramistas locales de más renombre gracias  su marca, conocida como Mari Masot (@marimasot): jarrones, macetas y vajilla que mezclan técnicas tradicionales mediterráneas y formas geométricas, contemporáneas y depuradas de inspiración arquitectónica. 

Conexión entre puntos neurálgicos

CONSTRUIDO EN 1986El parque surge en 1986 por el soterramiento de las vías que llevaban los trenes a los talleres de Renfe levantados en 1858. El parque permitió conectar el mercado y la sede del distrito, y la avenida de la Meridiana y la Gran Via de les Corts Catalanes. CUATRO ESPACIOS EN UNOEl parque lo forman cuatro partes muy diferentes entre sí: un largo paseo y tres grandes espacios con diferentes usos: área de juegos infantiles, canastas de básquet, mesas de pimpón, frontón, zona de recreo para perros... UN ACUEDUCTO Los muros con grandes arcadas de los antiguos talleres de Renfe forman un acueducto de 25 metros de longitud que da identidad propia al parque. Está dentro de un lago y deja caer el agua formando cortinas.

"Mi padre y mi hermano son arquitectos, y yo empecé la carrera universitaria. Me apasiona". Por ello, no sorprende que uno de los lugares que más le fascinan de la ciudad sea el parque del Clot (Escultors Claperós, 55-63), al que llegó por casualidad. "Siempre he vivido en el Poblenou, donde tengo mi casa y mi taller", cuenta Marissa, que vende sus creaciones a particulares y tiendas de decoración de todo el mundo.

"Al principio salía a menudo a explorar y descubrir la zona, y de repente di con este maravilloso parque en el que antes se ubicaba una fábrica-taller de Renfe. Cuando dejó de funcionar, derribaron el edificio para convertirlo en un espacio verde. Eso sí, conservaron piezas emblemáticas que son testigos del pasado. Han logrado que la historia industrial de esta zona se funda y entremezcle con el escenario natural actual", explica en referencia a esta proeza urbanística proyectada en los años 80 según el diseño de Daniel Freixa y Vicent Miranda.

Recorrido ritual

"Te paseas y, de repente, descubres una antigua chimenea de ladrillos que despunta entre plantas y árboles, o antiguas paredes que antes sostenían el edificio. Todo se ha hecho respetando la historia y la naturaleza, poniéndolas al alcance de todos los visitantes. Hoy es una zona llena de vida, donde siempre hay mucha gente. Es un perfecto ejemplo de cómo mirar y abrirse al futuro sin borrar el pasado. Porque ambos tempos pueden y deben convivir", detalla la ceramista y diseñadora. 

Cuenta que acude al parque del Clot más o menos una vez al mes, siguiendo un recorrido casi ritual: empieza el paseo en la playa, sigue por la rambla del Poblenou y acaba dando vueltas por el parque descubriendo nuevos rincones y detalles. También destaca su ambiente familiar y auténtico, de barrio, que, asegura, tiene un encanto único