TEATRO

'Herència abandonada': un peso que marca a fuego

El peso del pasado, centrado en la familia, es un lastre que cuesta dejar atrás. En el tema se zambulle 'Herència abandonada', una obra que ha crecido a partir del formato del microteatro

Francesca Vadell y Ramon Bonvehí, en el despacho donde se desarrolla toda la obra.

Hay obras de teatro que crecen y se desarrollan porque nacen bajo un formato mínimo y se impulsan después a una mayor dimensión. Es el caso de Herència abandonada, que se presentó en el 2013 en el café bar de la Beckett de Gràcia, dentro del fenómeno del microteatro (dos personajes) y seis años después ha vuelto a la sede de Poblenou de la propia Beckett. Antes también pasó  por el Tantarantana y por el festival Mikro Akadèmia, de la sala del mismo nombre. No debe sorprender el viaje porque hay en Herència abandonada un sólido trabajo teatral: de texto, dirección, interpretación y escenográfico.

Herència abandonada

Sala Beckett Autoría y dirección: Lara Díez Quintanilla  Reparto: Ramon Bonvehí y Francesca Vadell Hasta el 2 de febrero De 10 a 15 €

Se mantienen ahora, lógicamente, los dos personajes de la pieza de microteatro: Àngela y Felip. Ella acaba de perder a su padre de forma repentina y junto a sus tres hermanos se desplaza al despacho del abogado de la familia para hablar del inevitable tema de la herencia. El encuentro de los cinco nunca llega a producirse porque los tres hermanos discuten antes de entrar en el despacho, y se marchan sin más.

A la espera de que se calmen las aguas, Àngela sí visita a Felip. Debe poner sobre la mesa la herencia tanto material –una casa y la empresa de la familia– como emocional, el cuidado de la madre, que sufre alzhéimer en una fase avanzada. [Nota a pie de página:la enfermedad se ha convertido en un tema recurrente de la escritura teatral de esta temporada. Otras dos piezas, Rita Ramon, también la abordaban].

Engranaje asentado

Es innecesario decir que Àngela es quien ha estado al tanto de su madre. Sus hermanos –además de tener sus disputas– han ido siempre a la suya. Y Felip conoce bien a su clienta porque su padre ya fue el abogado del difunto. Lo que empieza como una tímida reunión, con muchos silencios y oscuro caudal subterráneo, saltará poco a poco por los aires. Y hasta aquí podemos leer.

LO+

Lara Díez Quintanilla crea a partir de dos  personajes un entramado teatral brillante.

LO-

La obra pasa de la sonrisa gélida a la carcajada en un vuelco que puede parecer algo excesivo.

El engranaje de Herència abandonada, lógicamente, está muy asentado. De salida, el texto y la puesta en escena son muy pinterianas con silencios que dicen tanto, o más, que las propias palabras. El despacho, repleto de papeles y acartonado, contribuye a crear una densa atmósfera. Francesca Vadell dibuja de modo preciso, con muecas y escaso movimiento, a una mujer de aire provinciano, que parece apocada, pero que está dispuesta a todo, a romper con esa herencia familiar que la ha anulado a lo largo de su vida. Harta de ser una secundaria, busca su lugar en el mundo cueste lo que cueste. Ramon Bonvehí también perfila muy bien al anónimo y rutinario abogado que espera afrontar poco más que un trámite, pese a sus vínculos con la familia, y que se verá arrastrado a una situación inesperada.

Es entonces cuando Herència abandonada abandona toda contención y emprende el camino más desaforado, casi grotesco. Si hasta entonces, el drama de Àngela y la vida de Felip –dos personajes de una grisura rayana en el patetismo– provocaba una sonrisa gélida, el vuelco final nos lleva a la risa. Ambos se dejan llevar por un desenfreno que nunca se habían permitido.

Herència abandonada resulta, por lo tanto, una excelente carta de presentación de la dramaturga y directora Lara Díez Quintanilla. Habrá que seguir su pista en trabajos futuros.