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'El traidor': gánster, delator, icono

El filme de Marco Bellocchio retrata al que fuera capo de la Mafia siciliana Tommaso Buscetta, que llegó a inspirar una colección de Dolce & Gabbana

Pierfrancesco Favino (Tommaso Buscetta), en ’El traidor’.

"Fui un mafioso y he hecho muchas cosas equivocadas por las que estoy dispuesto a pagar, en su totalidad, mi deuda con la sociedad". Poco después de mediodía del 16 de julio de 1984, en una pequeña y sofocante oficina del edificio central de la policía criminal italiana en Roma, el que fuera capo de la Mafia siciliana Tommaso Buscetta pronunció esas palabras frente a un juez por entonces joven y desconocido llamado Giovanni Falcone. Buscetta conocía muy bien las consecuencias de su decisión de convertirse en testigo del Estado italiano, y en el primer padrino de la Cosa Nostra en romper con la organización y cooperar para llevar a sus miembros ante la justicia; aquello significaba violar el sagrado código de silencio, la ‘omertà’. Mientras se inclinaba hacia adelante, le dijo a Falcone: "Primero, intentarán matarme, luego será tu turno. Seguirán intentándolo hasta que tengan éxito". 

El traidor

Poco imaginaba entonces el magistrado que, 12 años después, una bomba lo haría volar por los aires a bordo de su coche. Buscetta tuvo más suerte. Vivió lo suficiente para verse a sí mismo convertido en algo parecido a un icono pop, cuya magnitud ha crecido sustancialmente en el 2019 gracias a dos largometrajes: 'Our godfather', documental estrenado hace unos meses en Netflix, y 'El traidor, el biopic' dirigido por el veterano Marco Bellocchio que este viernes, día 6, llega a la cartelera tras ser seleccionado como la película candidata al Oscar por Italia.

Cirujía plástica  

Cirujía plástica  La vida criminal de Buscetta empezó en la adolescencia; a los 16 años fue contratado para participar en el mercado negro de Palermo vendiendo harina. Durante la década siguiente se curtió en el contrabando de tabaco, y a principios de los 60 la presión policial y las luchas entre familias mafiosas rivales lo empujaron a cruzar el charco. Desde entonces, las autoridades nunca dejaron de vigilarlo.

En 1971, Buscetta se mudó a Brasil, donde llegó a someterse a cirugía plástica y operarse las cuerdas vocales para esquivar a la policía mientras creaba allí una red de narcotráfico. No tardó en ser detenido y extraditado a Italia, y pasó los ocho años siguientes en prisiones sicilianas y turinesas antes de escapar de nuevo a Sudamérica. Fue allí donde, ya en los 80, desilusionado después de años de arrestos, huidas, sentencias de cárcel y muertes de varios de sus amigos y familiares -los restos de dos de sus hijos fueron hallados disueltos en ácido-, aceptó cooperar.

En cuanto decidió empezar a cantar, no hubo quien lo detuviera: lo hizo sin parar durante 45 días para dar nombres, relatar crímenes y detallar los mecanismos de un sistema de poder que, a través de la corrupción y el asesinato, había logrado infiltrarse en las altas esferas del poder político en Italia y extender su influencia por todo el mundo. 

Su testimonio fue esencial en varios juicios -entre ellos el conocido como 'Maxiproceso', considerado el golpe más contundente contra la mafia en toda su historia- que resultaron en el ingreso en prisión de más de 400 gánsteres y en los procesamientos de quienes fueran primeros ministros italianos Bettino Craxi y Giulio Andreotti; el primero fue condenado ‘in absentia’ a 10 años de cárcel; el segundo se las arregló para ser absuelto. 

La Mafia, claro, no se quedó de brazos cruzados. Dos meses después del atentado mortal contra Falcone, fue asesinado otro juez, Paolo Borsellino, y muchos de sus colegas tuvieron que acostumbrarse a vivir hasta el resto de sus días escoltados, y aterrorizados.

Gurú de la moda 

Gurú de la moda  Después de aquello, decimos, Buscetta se convirtió en una celebridad y hasta en gurú del mundo de la moda. En 1994, la firma Dolce & Gabbana lanzó una colección inspirada en él; incluía trajes negros a rayas, zapatos brillantes y puntiagudos y gigantescas gafas de sol. Mientras tanto, vivió sus últimos años bajo una identidad falsa y férreamente custodiado, llevando una vida tranquila. Pasaba el tiempo cocinando recetas palermitanas para sus familiares y sus guardaespaldas; por Navidad se vestía de Papá Noel para sus hijos. Murió el 2 de abril del 2000, a los 71 años. No lo mató la mafia, sino el cáncer.

Tras conocerse la noticia, la prensa y los agentes de la ley lo describieron como un héroe. Sí, Buscetta había cometido crímenes terribles, y en una ocasión llegó a confesar que matar a tiros a otro hombre le resultaba "liberador"; pero al mismo tiempo él solo hizo más daño al crimen organizado que cualquier cuerpo de policía. En los bajos fondos de Palermo, la palabra 'buscetta' sigue siendo usada a modo de insulto.

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