El título puede despistar, pero no se confundan. 'Hàbitat (doble penetració)' . Exhibo, luego existo. He aquí el nuevo planteamiento filosófico de los 'millennials' y la 'generación Z' (del que no se libran algunos mayores) que finiquita el principio cartesiano del “pienso, luego existo” erigido en piedra angular del racionalismo.
A partir de textos propios y ajenos, el actor, director y dramaturgo Roger Torns (Barcelona, 1988) nos ofrece un deliberadamente disperso y fragmentado retrato de esos jóvenes abocados a exponer su biografía para sentirse parte de este mundo. Para sentirse aceptados. La experiencia -móvil en mano– pasa siempre por la mirada ajena, también para el espectador, que es invitado a tomar imágenes y colgarlas en Instagram. No hay vida más allá de la que se proyecta y comparte.
Habitat (doble penetració)
Sala Atrium Autor y director: Roger Torns Reparto: Diana Gómez, Georgina Latre, Maria Hernández, Jaume Viñas, Rafa Delacroix. Hasta el 29 de abril Desde 9,50 €
La obra, concebida como trabajo de fin de carrera y ganadora del ciclo de creación escénica DespertaLab’18, ha dado aire fresco a la cartelera desde la vitrina de la Sala Atrium. La originalidad formal es uno de sus mayores méritos, con los actores tras un plástico transparente –a modo de escaparate o pantalla- que aprovecharán, muy oportunamente, como su particular muro de lamentaciones.
La caótica dramaturgia de vidas cruzadas está perfectamente justificada en base a la “desnarrativación general del mundo” pregonada por el pensador surcoreano Byung Chul Han. El aladid contra el capitalismo digital, autor de 'La sociedad del cansancio', ha inspirado a Torns, que dirige con muy buen ritmo e intensidad al joven elenco.
Momentos de gran potencia y tensión salpican este colaje demoledor. En escena aparecen tres chicas (Georgina Latre, Diana Gómez y María Hernández) y dos chicos (Jaume Viñas y Rafa Delacroix), con sus 'smarphones', tabletas y ordenadores, exponiéndose cual maniquís en ese hábitat digital que nos engulle y esclaviza. Un hábitat donde los cuerpos –“yo soy mis tetas”, grita una; “la belleza no es belleza”, rapean a coro- han relegado a la imaginación, los afectos, el contacto humano, el pensamiento...
VACÍO Y SOLEDAD
El cuadro es desesperanzador: del 'youtuber' entronizado que anuncia su suicidio en directo (estupendo Viñas), a las jóvenes incapaces de relacionarse o la soledad del 'coworking'. ¿A dónde lleva esta obscena exhibición y el consumo tecnológicos? Asistimos al recorrido narcisista hacia la nada que conduce a la depresión y el nerviosismo, al vacío, la incomunicación, las líbidos insatisfechas por la omnipresente pornografía, la dependencia, la apatía sedentaria...
Seres perdidos sin tronco ni raíces que reclaman atención. “No sé quién eres. Y yo tampoco”, resuelve lapidario uno de los personajes de un montaje que atrapa, también a la parroquia más joven, con una necesaria denuncia de esta locura exhibicionista.