Jóvenes, adultos, modelos, poetas, creativos, empresarios, banqueros, prostitutas, comerciantes, blancos, asiáticos, homosexuales, heterosexuales, solos, en compañía... De todo ha pasado por el asiento trasero del coche de Ryan Weideman. Y de todo ha captado el objetivo de este artista que quería ser fotógrafo y al que la necesidad acabó convirtiendo en taxista. No perdió la vocación: al final fue ambas cosas. En Nueva York, de noche, y durante cuatro décadas, desde los 80 hasta principios del siglo XXI, Weideman transformó su taxi en un estudio móvil, y el retrovisor en su escenario.
Cuando sentía la necesidad, se giraba y disparaba al pasaje, a menudo con permiso y, a veces, por impulso. A partir de 1986 dejó de darse la vuelta y empezó a incluirse en las fotografías, en lo que son 'selfies avant la lettre'. Tiene en su haber un montón de instantáneas, varios libros publicados y alguna exposición en Estados Unidos. Ahora, 40 de sus imágenes, documentos sobre el devenir de la noche neoyorquina, lucen por primera vez en Barcelona: en el curioso y agradable Espronceda Center for Art and Culture, hasta el 17 de junio.
REENCUENTROS
Weideman ha llevado en su taxi a personas de toda clase y condición. Con algunas, como la mujer que posa tumbada, ha vuelto a coincidir. Ambos paseaban por la calle 43 cuando se cruzaron. Ella le reconoció y quedaron para que el artista le entregara copias del retrato.
AUTORRETRATO
Una imagen del autor de 1988, la única fotografía disparada desde el asiento de atrás.
CONEXIÓN
El creador no siempre fotografía a su pasaje, solo cuando ve una conexión, una mirada que le gusta, una historia que contar. Ha tenido problemas, pero la mayoría de las veces la gente colabora y le ayuda. Y siempre retrata en horizontal, es el encuadre del retrovisor, su ventana al asiento de atrás.
ANECDOTAS
El fotógrafo afirma que el taxi y la cámara le han proporcionado numerosas anécdotas. La que más recuerda es la invitación improvisada de un grupo de clientes: iban a un concierto del grupo B-52’s y les sobraba una entrada, así que se llevaron a Weideman con ellos.