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La crispación, personaje central del escenario político español

Detención de un manifestante en la calle Ferraz, la noche del 15 de noviembre. / José Luis Roca

El debate de investidura de Pedro Sánchez ha dejado claro que el momento político español es de gran polarización. Hubo de todo: discursos faltones, acusaciones de trazo grueso –al presidente lo llamaron, entre otras muchas cosas, corrupto y golpista-, insultos musitados entre dientes en la tribuna de invitados e incluso un partido, Vox, que quiso aumentar aún más el voltaje abandonando el Congreso a media sesión. Santiago Abascal y su grupo menguante de diputados no se fueron a casa, sino a dar su apoyo a quienes se concentraban fuera de la Cámara. Un grupo de exaltados también lanzó huevos a diputados socialistas antes de la última jornada del debate, la que confirmó la reelección de Sánchez.