Muchos escaños vacíos. Sobre todo, del PP. Por su rareza y trascendencia, las mociones de censura suelen ser citas parlamentarias que levantan un enorme interés, pero este martes una parte de los asientos en el hemiciclo carecían de ocupante. Sus inquilinos debieron pensar que había mejores cosas que hacer. Toda la jornada tuvo un aire desganado, como de déjà vu de la primera moción que presentó Vox hace dos años y medio, con Santiago Abascal como candidato. La única novedad, a sus 89 años, era Ramón Tamames, nuevo aspirante de la formación de ultraderecha. Pero ni siquiera durante su primera intervención hubo lleno. “Voy terminando que están ustedes un tanto cansados. Todos tenemos algo de cansancio”, reconoció Tamames. “Tenemos que ser más breves. No repetir tanto los argumentos”, añadió.
Congreso de los Diputados
La moción de censura de Vox sirve al Gobierno para tomar impulso ante el ciclo electoral
Sánchez se sincroniza con Díaz y juntos reafirman su apuesta por la coalición, unen al bloque de investidura y se vuelcan en retratar a Feijóo como un rehén de Abascal
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