La clase política vuelve a ponerse en entredicho por la actitud de algunos de los responsables públicos que representan a la ciudadanía en el Parlamento. El caso Mediador pone de nuevo el foco sobre los diputados y su labor en el Congreso, y la incapacidad de los partidos políticos y grupos parlamentarios para controlar sus actividades extraparlamentarias pero relacionadas de una u otra manera con su cargo. La implicación de un diputado nacional en el nuevo escándalo de presunta corrupción en Canarias, el socialista majorero Juan Bernardo Fuentes, obligado a dimitir del cargo de inmediato y expulsado del PSOE de manera fulminante, abre de nuevo el debate, recurrente en la Cámara cada cierto tiempo, sobre las relaciones de los parlamentarios con grupos de interés que tratan influir en los cargos públicos para que defiendan o tengan en cuenta sus postulados durante la elaboración, discusión o aprobación de las leyes.
Caso Mediador
El 'tito Berni', fuera del rádar del código ético del Congreso
La mayoría de los diputados incumplen, como hizo Fuentes, la exigencia de comunicar a la Cámara sus reuniones con 'lobbies'
Navarro Tacoronte y Juan Bernardo Fuentes en imagen en el Congreso añadida al sumario del caso Mediador.
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