Hagamos un ejercicio de imaginación. Ponga por caso que un día cualquiera -mejor un miércoles, que hay sesión de control al Gobierno- acude al patio del Congreso de los Diputados. Se acerca a uno de los corrillos de políticos y periodistas que desgranan la actualidad y les plantea reformar la Constitución. Tal o cual artículo no le termina de convencer o considera que la redacción de tal apartado se podría mejor. Lo más seguro es que le miren con escepticismo. Incluso, puede que alguien suelte alguna carcajada. ¿Por qué? Porque cambiar la Carta Magna es sencillo, pero siempre que haya un consenso casi total. Tan solo 35 diputados disconformes pueden convocar un referéndum y eso no hay Gobierno que lo quiera.
Dos cambios en 44 años
Los 35 diputados y el riesgo de un referéndum: las claves de la reticencia política a reformar la Constitución
Si las modificaciones de la Carta Magna no cuentan con un apoyo casi total de las Cortes se podría convocar una consulta ciudadana
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, con un ejemplar de la Constitución en la mano en la tribuna del Congreso /
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