En Ciudadanos no fue primero el verbo, sino el sujeto. Desde Albert Rivera hasta Inés Arrimadas. La omnipresente líder del partido durante dos largos años decidía que era el momento de dar un paso al lado, alejarse en cierta medida del foco mediático y dar paso a nuevos perfiles que transmitieran una idea: renovación. Y encontró a su sucesora en Mallorca. La dirigente del partido en las islas, Patricia Guasp, persona de su máxima confianza, había comandado los temas referentes a las Comunidades Autónomas en el proceso de refundación, por lo que la dirigente catalana creyó que sería la mejor defensora para conseguir un partido «más amplio y abierto». Aunque Baleares no es Madrid, y Guasp entró hace apenas dos semanas en un ecosistema político y mediático radicalmente diferente, donde todo es magnificado y donde el altavoz llega hasta cualquier punto de la geografía española a causa de la centralización de todos los grandes medios de comunicación estatales. A diferencia del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, aterrizado entre elogios de "moderación" y "gran gestor" para relanzar el partido, la mallorquina asumió el reto de salvar a Ciudadanos de la desaparición que auguran las encuestas y se apresuró a coger las riendas cuando la corriente aconsejaba apearse del proyecto.
Ciudadanos
El complicado aterrizaje de Patricia Guasp en la política estatal
Medios y políticos de Madrid reciben a la mallorquina como «la candidata de Inés Arrimadas»
Patricia Guasp, en Madrid al finalizar la asamblea que la ratificó como portavoz política.
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