Análisis

María Luisa Balaguer, el recurso del diputado Rodríguez contra Batet y sus circunstancias, por Ernesto Ekaizer

Fue hace 38 años y nueve meses cuando García Pelayo, primer presidente del TC de la democracia, ejerció el voto particular o doble voto en el 'caso Rumasa'

Alberto Rodríguez, en una foto de archivo.

El 10 de enero de 1984, según relato en mi libro 'José María Ruiz Mateos, el último magnate' (Plaza & Janés, noviembre de 1985), el entonces presidente del Tribunal Constitucional, Manuel García Pelayo, me recibió en su despacho de la sede de la madrileña calle de Doménico Scarlatti, número 6, a las seis menos cuarto de la tarde. En la sala contigua los 12 magistrados del tribunal se habían recluido en la mañana del jueves 1 de diciembre de 1983 y no abandonaron el tribunal hasta votar, entrada la noche. La sentencia del 'caso Rumasa' fue votada y redactada con fecha del viernes 2 de diciembre. García Pelayo, zamorano y primer presidente del TC de la democracia, ejerció el voto particular o doble voto que la ley confiere al presidente en caso de empate. Y tras una votación de seis contra seis, el presidente inclinó la mayoría a favor de confirmar, contra el recurso de inconstitucionalidad del Partido Popular, el decreto-ley de expropiación del llamado 'holding' de la abeja. La campaña contra García Pelayo, un hombre de estatura mediana y de cabello completamente blanco fue feroz.