JUEGO DE TRONOS

Lo que sabemos y lo que no sabemos y deberíamos saber en el Catalangate

Esperanza Casteleiro saluda a Paz Esteban. / JOSÉ LUIS ROCA

En el debate político sobre el caso Pegasus, de uso de este software para espiar a dirigentes de la Generalitat, hay altas dosis de hipocresía. Como ha recordado en estas páginas el exdirector del CNI, Jorge Dezcallar, cuando le ha convenido (durante los atentados del 11-M), al PP tampoco le ha importado abrir en canal las entrañas del centro de espionaje para salvar la cara de los políticos, exactamente igual como ahora ha hecho el PSOE. Del lado de los independentistas, los que lo fueran de verdad no deberían hacer los aspavientos que hacen pues sería lógico que si quieren tener un Estado sea para tener espías que vigilen a los que lo quisieran desmontar. El asunto de fondo es que la inmadura opinión pública española tiende a hacer una madeja de cualquier asunto, desde el espionaje hasta la regla, y a lanzarla desde una u otra trinchera como arma arrojadiza. Y se prescinde del principio de realidad, de los sacrosantos hechos que aquí lo son todo menos sagrados.