JUEGO DE TRONOS

El artículo de Albert Sáez: El 'no a la guerra' complica aún más la legislatura de Sánchez

Manifestación ’No a la guerra’ llenando el paseo de Gràcia y la Gran Via de Barcelona, en el año 2003. / ALBERT BERTRAN

Este es un país con un mainstream pacifista. Se ha visto en numerosas ocasiones, desde el pleistocénico referéndum sobre la entrada en la OTAN, en el que incluso atlantistas como Fraga o Pujol mantuvieron una actitud pasiva por mero oportunismo, hasta las grandes manifestaciones por las dos guerras de los Bush en Irak, especialmente la segunda. Las razones de ese pacifismo aparentemente irredento pueden ser diversas, desde una cierta transversalidad antiamericana hasta los traumas de la guerra de coloniales o de la guerra civil pasando por el desapego a ciertos inconvenientes de las políticas de Estado sea por razones ideológicas (anarquismo y falangismo) o nacionales (catalanismo). Lo cierto es que cuando suenan tambores de guerra, como los de ahora en Ucrania, el primer impulso de este país es lanzar un sonoro y definitivo “no a la guerra”. Pero en el caso que se avecina igual esa respuesta debería ser más compleja.