JUEGO DE TRONOS

Lo que Catalunya puede aprender de España

Pedro Sánchez saluda a Pablo Casado a su llegada al monasterio de Yuste. / EFE / BALLESTEROS

Hace solo un par de décadas, existía una fuerte corriente social y política que exigía mejorar la calidad de les democracias occidentales. La UE, por ejemplo, buscaba reformar su funcionamiento. Se discutía sobre la representatividad, la proporcionalidad o la meritocracia. La crisis del 2008, el reparto injusto de sus costes y la corrupción dieron alas al populismo y hundieron al reformismo como ideal político al considerarlo insuficiente, excesivamente lampedusiano. Pasados diez años, el populismo se ha demostrado ineficaz para solucionar los problemas que pretendía y se ha destapado como lo que es, la antesala del autoritarismo. Casi cuando sonaba la campana, PSOE y PP han renovado los órganos constitucionales caducos que envilecían a la democracia en España. Toda una lección para esos partidos catalanes que se llenan la boca de democracia y acusan a España de ser como Turquía mientras acumulan más de 200 cargos estatutarios sin renovar, entre ellos el que debería ser un gran fiscalizador como es el Síndic de Greuges.