Hace solo un par de décadas, existía una fuerte corriente social y política que exigía mejorar la calidad de les democracias occidentales. La UE, por ejemplo, buscaba reformar su funcionamiento. Se discutía sobre la representatividad, la proporcionalidad o la meritocracia. La crisis del 2008, el reparto injusto de sus costes y la corrupción dieron alas al populismo y hundieron al reformismo como ideal político al considerarlo insuficiente, excesivamente lampedusiano. Pasados diez años, el populismo se ha demostrado ineficaz para solucionar los problemas que pretendía y se ha destapado como lo que es, la antesala del autoritarismo. Casi cuando sonaba la campana, PSOE y PP han renovado los órganos constitucionales caducos que envilecían a la democracia en España. Toda una lección para esos partidos catalanes que se llenan la boca de democracia y acusan a España de ser como Turquía mientras acumulan más de 200 cargos estatutarios sin renovar, entre ellos el que debería ser un gran fiscalizador como es el Síndic de Greuges.
JUEGO DE TRONOS
Lo que Catalunya puede aprender de España
Pedro Sánchez saluda a Pablo Casado a su llegada al monasterio de Yuste. /
Temas
Lo más visto
- Primera sentencia de un TSJ que aplica la doctrina europea y obliga a hacer fijo a un interino en fraude
- Puigdemont anuncia la muerte de su madre: "La mano de mi hija ha sido también la mía"
- El aviso de Hacienda a las empleadas del hogar: cambio desde este mes de abril
- Las lluvias en Catalunya dejan los pantanos por encima del 18%
- Zona comercial y 750 viviendas: el futuro Hospital Comarcal del Vallès 'creará' un nuevo barrio en la comarca