A mediados de marzo de este año, parecía que Ciudadanos iba a desaparecer en cualquier momento. Al error estratégico que Inés Arrimadas y sus colaboradores cometieron al no tener bien atadas las mociones de censura en los gobiernos de Murcia y Castilla y León, se sumó el fichaje por el PP de una persona clave en el nacimiento y expansión del partido naranja: Fran Hervías, el que fuera poderoso secretario de organización, abandonó Ciudadanos y se convirtió en militante de la formación de la gaviota. En una semana, hubo otras 14 deserciones entre altos cargos diputados, senadores y parlamentarios autonómicos. La herida parecía incurable, sobre todo porque Hervías se empezó a pasear por la sede de la calle de Génova mostrando en su propio móvil una larga lista de diputados y concejales de toda España a la espera de la señala para abandonar el barco naranja.