Algunos tienen tendencia a hacer política en tiempo real. Es muy efectista pero poco efectivo. El golpe de tuit cada día tiene menos potencia y los comunicados sin preguntas retornan al periodismo a la era de los monólogos -ahora de las instituciones o empresas- en un tiempo en que lo decisivo son las conversaciones. Debates como el del precio de la luz o el de la ampliación del aeropuerto del Prat se están haciendo estos días a la vieja usanza, pero con instrumentos digitales. Vino viejo en odres nuevos. Y son un mal negocio porque no hacen más que generar embrollos. Lo curioso de la política autóctona es que cada día son más los líderes y los artefactos políticos cuya existencia depende de que se prolonguen indefinidamente determinados embrollos. Con lo fácil que sería deshacerlos a poco que se explique la complejidad de lo que se dirime. El último elemento del cóctel que impide cualquier tipo de reforma es que los profesionales del embrollo no tienen mentalidad de gobernantes sino de conseguidores de los caprichos de sus votantes.
Juego de tronos
Las claves de la semana política: El aeropuerto se va a ampliar y la luz va a bajar
Solo uno de cada cuatro euros que pagamos en el recibo de la luz depende del mercado mayorista que se ha desbocado
El sector mejor representado en la conferencia de Pedro Sánchez fue, curiosamente, el enérgetico
El futuro de La Ricarda no se juega en el plan que ha presentado Aena sino en el posterior plan urbanístico
Jordi Puigneró y Pere Aragonès, en el Parlament. /
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