El laberinto catalán

JxCat decide abstenerse y frustra la investidura de Aragonès en primera vuelta

Laura Borràs habla con el vicepresidente de la Generalitat en funciones y candidato de ERC a la Presidencia, Pere Aragonès. / Kike Rincon - Europa Press

Por primera vez desde el inicio del 'procés', una de las dos grandes fuerzas independentistas no apoyará a la otra para la investidura de un 'president' soberanista. La guerra sin tregua entre ambos espacios, ERC y Junts, ha llevado al partido del 'expresident' Carles Puigdemont a una decisión de gran calado, justificada en un breve párrafo público tras la reunión de la ejecutiva: tumbar la investidura de Pere Aragonès porque no se ha podido "llegar a ningún acuerdo de legislatura" sobre la gestión de Govern y la hoja de ruta independentista. Es más, la cúpula posconvergente sopesó la propuesta de algunos de sus integrantes de votar abiertamente en contra. Así pues, Aragonès no logrará ser ungido 'president' en el debate de este viernes en el Parlament, en el que no contará más que con el apoyo de su grupo y el de la CUP, cuyas bases avalaron el preacuerdo con Esquerra pese a que subrayaron que "no es suficiente" para apuntalar toda la legislatura. Catalunya seguirá durante un tiempo todavía indefinido sin un Govern constituido que encare los no pocos retos actuales.

La dirección de Junts llegó a la reunión con las cartas casi ya marcadas, porque el equipo negociador lleva días preparando el terreno para el veto inicial al postulante republicano. La explicación oficial es que las conversaciones (tras un mes y diez días desde las elecciones) no han avanzado lo suficiente. La realidad es seguramente más prosaica: Junts se resiste a que el espacio que lidera Puigdemont desde Bélgica, el Consell per la República, deje de ser el faro del independentismo, el que tome las decisiones. Además, quiere gestionar los fondos europeos de reconstrucción.

Pero en la decisión existen componentes de resentimiento nada menores en toda la ecuación. Valgan dos ejemplos: el propio Puigdemont, este viernes, tuiteaba ácidamente contra "sectores del independentismo" que, según él, "lamentan que no estemos en la cárcel". Y Junts consideró este viernes "una falta de respeto", que la CUP exigiera a los posconvergentes una actuación responsable en la investidura, tras el pacto de ERC con los anticapitalistas. "¿Qué se han creído?", espetan en Junts respecto a la CUP. El preacuerdo entre republicanos y 'cupaires' incidió en la ya difícil negociación de los de Puigdemont con Esquerra.

La CUP y el dedo en el ojo

En efecto, el aval de la militancia de la CUP al preacuerdo alcanzado con Esquerra sirvió a los anticapitalistas para meter presión a Junts. La diputada Eulàlia Reguant exigió “responsabilidad” a los posconvergentes y advirtió a los republicanos de que cualquier modificación del texto derivada de la negociación con Junts puede suponer la retirada del apoyo de sus nueve diputados. “No entenderíamos que Junts no compartiera que este país necesita unos mínimos para vivir y, por lo tanto, una renta básica o una banca pública”, insistió la ‘cupera’, y dijo que el partido de Puigdemont “tiene la responsabilidad de sumarse a este acuerdo si se quiere poner al servicio del país”. El 59,31% de la militancia anticapitalista votó a favor del preacuerdo, pese a que un 85,59% quiso dejar constancia en otra pregunta que “no es suficiente” y que no cumple con las expectativas.

Hasta dos meses más

Y el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, allanó el terreno del veto a Aragonès en una conferencia el martes en la que aseguraba que quieren investir al republicano pero que tendrá que esperar "días o semanas". El veto de momento tiene que ver con la votación de este viernes, que se repetirá el domingo o el martes en la preceptiva segunda vuelta. Ese segundo momento todavía no tiene un desenlace. Y el bloqueo puede durar hasta dos meses más, que es el tiempo límite para una investidura que evite nuevas elecciones.

Así, el debate de este viernes se limitara a atender al plan de gobierno que proponga Aragonès, ver el nivel de esgrima dialéctica que mantenga con Junts, observar cómo se resitúa el socialista Salvador Illa tras su frustrado intento de presentarse él a la investidura y ver el estreno de la extrema derecha en la Cámara. La formación de Govern, según los de Puigdemont, puede esperar.