La 'no le llamen presidencia' de Pere Aragonès afronta estos días el primer gran reto de su gestión. De hecho, y como todo el mundo anticipaba, se trata de 'el' reto: el manejo de la pandemia y, en concreto, de su temida segunda ola. Aragonès, al frente del Govern, hace equilibrios en una estrecha franja, autodefinida por él y su partido, por donde transitar. Estos límites se pueden sintetizar en los siguientes: no usar nunca ningún atributo formal propio de la presidencia, para no encrespar a los socios y, sobre todo, no dar la imagen de sacar provecho de la inhabilitación de Quim Torra; irradiar que, bien o mal, hay alguien al frente y que ese alguien es él. Ejercer, por tanto, de ‘president; evitar que Catalunya derive en una situación parecida a la de la Comunidad de Madrid y que se decrete el estado de alarma y, por último, aunque ya saben que no menos importante, lidiar con la tensión matrimonial siempre de fondo con Junts per Catalunya.
EL LABERINTO CATALÁN
Los complejos equilibrios de Aragonès
El vicepresidente evita la pompa presidencial pero ejerce los galones puertas adentro del Govern
El republicano porfía por evitar un estado de alarma que podría retrasar las elecciones del 14-F
Pere Aragonès, en la primera reunión del Govern como ’president’ sustituto. /
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