Desde aquel millón de personas, nunca bien contadas, que en 1977 consagró de nuevo la Diada tras la dictadura, la fiesta nacional de Catalunya atravesó por una primera etapa reivindicativa de los derechos y las libertades hasta que la solidez de los cimientos autonómicos convirtió la conmemoración de la capitulación de Barcelona ante las tropas borbónicas en 1714 en un ritual cargado más de solemnidad y simbolismo institucional que de agitación en la calle. Hasta que llegó el 'procés' y envolvió el Onze de Setembre con la pulsión independentista, relegando cualquier otra imagen de esa jornada históricamente caracterizada por la unidad. La de hoy será distinta a todas las anteriores, porque por primera vez no será la política, sino una pandemia la que marque el diapasón.
EL ONZE DE SETEMBRE
La Diada 2020 cambia el paso
La instalación que ha realizado Òmnium con motivo de la Diada en la que se han colocado 2.850 sillas en el paseo de Lluís Companys de Barcelona con los nombres de los represaliados del procés. /
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