El líder del PP, Pablo Casado, ha solemnizado este martes ante su Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre congresos, que no prestará ni apoyo ni una abstención al socialista Pedro Sánchez para que pueda convertirse, antes de que termine septiembre, en presidente del Gobierno. En este sentido ha recalcado que su posición se ha reforzado después de que los socialistas hayan confirmado que irán a un intento de investidura en Navarra para la que necesitarán la complicidad, aunque sea en forma de abstención, de Bildu.

Según ha narrado ante la prensa, él respeta a Sánchez personalmente, pero rechaza su programa de "contrarreforma" de las políticas impulsadas por Mariano Rajoy y su política de socios para sacar adelante leyes que no excluye, apuntó, "independentistas o batasunos". Ha insistido en que no ha recibido además ninguna oferta con contenido en todo este tiempo por parte de Sánchez para intentar que cambie de opinión y que, de cualquier forma, no cederá porque de nada servirá desbloquear que el socialista sea investido si después los votantes del PP y una parte de españoles, relató, se van a sentir "traicionados" cuando comprueben en el día a día "con quiénes pacta".

Preguntado por si él estaría dispuesto a presentarse a la investidura para buscar el apoyo de Cs y la abstención de los socialistas, el jefe de los populares ha respondido que eso "no depende de él" y que habría que preguntarle al secretario general del PSOE si estaría dispuesto a avalar esa operación con tal de evitar otras elecciones. Él, personalmente, lo ha puesto en duda y ha recalcado que Sánchez se hizo célebre hace unos años por su "no es no" y que no cree que eso haya cambiado.

Dicho esto, Casado se ha mostrado convencido de que el presidente en funciones no será "tan irresponsable" como para llevar a los españoles otra vez a las urnas, aunque ha advertido que de ser así es evidente que él y su organización estudiarán "cómo optimizar el resultado de centro-derecha", haciendo hincapié en que habría que convencer a Ciudadanos de que las listas conjuntas en el Senado benefician a ambas formaciones, sobre todo a la naranja, y a Vox de que no presentándose en determinados territorios facilita que la Ley D'hont mejore el resultado de los conservadores en líneas generales.