Catalunya se cuela en la precampaña de las andaluzas

PP y Cs se vuelcan en vincular a Susana Díaz con el gobierno de Sánchez y su estrategia sobre el procés

Susana Díaz, durante el anuncio de la convocatoria de las elecciones andaluzas, este lunes en Sevilla. / EFE

Mañana hará un mes del anuncio electoral y el resultado ha sido insultos al peso, cero propuestas para Andalucía. Ni les importa, ni les interesa. Desprecian lo que puedan decir los andaluces con su voto, antes incluso de que lo hagan. Dudo que en un mes cambien. Ojalá.”  Con este tuit en la tarde del domingo, la presidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz dejaba ver que su estrategia de convocar elecciones por separado para promover un debate electoral netamente andaluz ha sido errada. La situación en Catalunya y la gestión que está realizando el gobierno socialista se han colado en la precampaña y amenazan con contaminarlo todo, especialmente dado que los partidos se han planteado la cita como una primera vuelta de las generales.

Desde que Díaz anunció que no agotaría legislatura y un adelanto técnico de cuatro meses, justificándolo en que no quería para la región "la inestabilidad" que había en el resto del paísinestabilidad" , los partidos de la oposición pulsaron el botón de "on" de una campaña para la que llevaban meses calentando motores. Andalucía se convertía por tanto en el primer escenario en el que medir las fuerzas tras el cambio político desencadenado tras la moción de censura del pasado verano. Y desde la oposición, con PP y Cs a la cabeza, han encontrado un filón en el debate catalán, buscando identificar a Díaz con las políticas de su compañero de partido, Pedro Sánchez.

La estrategia es clara: en la papeleta del día 2 de diciembre, junto a las siglas del PSOE, aparecen también las de Podemos y los independentistas catalanes debido a las cesiones de Sánchez, según desliza el PP en sus intervenciones desde hace un mes. De gira por Andalucía durante los últimos cinco días, el líder de los populares Pablo Casado tiene claro que “es imposible que se pueda deslindar lo que pasa en Madrid de Andalucía”, abundando en que “Díaz no quiere que se hable de España para que los andaluces no sepan que sus votos en el Congreso y en el Senado son utilizados por Pedro Sánchez para contentar a independentistas, batasunos y a Podemos”. Incluso ironiza acerca de la celebración del Consejo de Ministros en Sevilla el pasado 26 de octubre y la posterior visita institucional de Sánchez a la sede de la Junta. “A Díaz no le gusta que aquí hablemos de política nacional. Le gusta fingir que Pedro Sánchez viene a pasearse a San Telmo, pero que él no tiene nada que ver con Andalucía”.

"No puede estar callada"

La vinculación con el líder socialista en La Moncloa es aún mayor debido a que la baronesa andaluza se ha cuidado mucho de criticar directamente cualquier paso de su jefe de filas desde la moción de censura. Si acaso, se ha limitado a marcar distancias con Podemos en la visita de Pablo Iglesias a la cárcel de Lledoners. “Su único lema y proyecto es que no ataquen a Andalucía, pero no le he escuchado ni una sola palabra sobre si está de acuerdo con lo que hace su presidente en España”, resumió el líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. “Susana Díaz no puede estar callada mientras los presupuestos se negocian en la cárcel con Junqueras”, espetó por su parte la líder de Cs en Catalunya, Inés Arrimadas, que también se ha prodigado en estos días de precampaña aprovechando sus orígenes andaluces y que no ha dudado en recordar que Oriol Junqueras, el líder de ERC preso, “está negociando con el mismo partido que lleva 40 años gobernando Andalucía”. En sus intervenciones se ha esforzado también por señalar el por qué la cita andaluza es foco de interés nacional. “Toda España está pendiente de lo que va a pasar en Andalucía porque no hay proyecto de España que pueda mirar para otro lado respecto a lo que está pasando en nuestra tierra los últimos 40 años”.

El PSOE andaluz, mientras tanto, ha escogido el perfil bajo, convencido de que a los andaluces les espanta la estrategia de crispación. En sus continuas visitas institucionales a los pueblos, anunciando ayudas o ampliación de servicios públicos, Díaz se desgañita asegurando que “es feliz” y pidiendo que los líderes nacionales no bajen al barro y “hablen bien de Andalucía”. Eso sí, también encuentra hueco para llevar los escándalos nacionales a su terreno. “Esto de los últimos días de unos que se espían a otros y se hacen Opas hostiles de un candidato u otro. Si eso se lo hacen entre ellos, qué no van a hacernos a los demás, a los andaluces”, dijo este fin de semana en alusión a las grabaciones de la ex secretaria general del PP Dolores de Cospedal con el comisario José Manuel Villarejo.

La contaminación del debate nacional es tal, que desde Podemos e IU, unidos en la confluencia Adelante Andalucía, bromearon en su reciente visita a Madrid para explicar junto a los líderes de sus partidos, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, su proyecto para la región: "venimos a hablar de Andalucía, a la vez que vemos como dirigentes estatales vienen a nuestra Comunidad Autónoma a hablar de Catalunya".