La CIA, a la incineradora

EEUU avisó en mayo del 2017 a los Mossos del riesgo de atentado en Barcelona, el Govern lo negó y tachó de montaje la noticia de EL PERIÓDICO

El 26 de octubre, la policía catalana fue interceptada cuando iba a destruir la alerta estadounidense, que ahora obra en poder de la Audiencia Nacional

La Policía Nacional se incauta, el 26 de octubre del 2017, de decenas de cajas de documentos que los Mossos llevaban a incinerar. En una de ellas apareció la nota del espionaje de EEUU.

El agente de inteligencia de EEUU que redactó la nota no debió de imaginar la tormenta que su trabajo iba a descargar durante los meses posteriores en Catalunya. Se puso ante el teclado, escribió y envió el texto.

El 25 de mayo del 2017, los Mossos, la Policía Nacional, la Guardia Civil el espionaje español (CNI) recibieron el mensaje. Era un aviso de riesgo de atentado en lugares turísticos de Barcelona, con mención especial a la Rambla. El aviso no contenía detalles ni identificaba fuentes, solo esta referencia: "Veracidad desconocida”.

A la izquierda, el original en inglés del aviso estadounidense enviado a los Mossos el 25 de mayo del 2017. A la derecha, el informe interno elaborado por la policía catalana sobre dicha alerta, fechado el 2 de junio. Los Mossos intentaron destruir sin éxito ambos papeles el 26 de octubre.

El 26 de octubre, la nota de la CIA cuya existencia habían negado y renegado el Gobierno catalán y su policía, aparecía en un cargamento de documentación que los Mossos enviaban a una incineradora para su destrucción.

¿Qué había pasado durante aquellos cinco meses con el mensaje de la inteligencia estadounidense? ¿A qué venía tanta prisa por deshacerse de él?

La primera noticia

El 17 de agosto, el terrorismo yihadista había cubierto de sangre la Rambla de Barcelona. Unas horas después del atentado, EL PERIÓDICO informó a sus lectores de que la CIA había alertado en mayo a los Mossos del riesgo de una acción terrorista en Barcelona. ¿Cómo disponía el diario de esta información?

En los últimos días de mayo, un alto miembro del Gobierno de Carles Puigdemont había confiado a un responsable del rotativo su preocupación por el mensaje de la CIA que los Mossos acababan de recibir. A primeros de junio, EL PERIÓDICO confirmó la información con un segundo miembro del Ejecutivo. Este pidió que la noticia quedase embargada para no generar alarma social. El diario aceptó la condición.

El 17 de agosto, cuando el terror golpeó a la ciudad, el compromiso adquirido por EL PERIÓDICO con sus dos fuentes gubernamentales venció. La información ya no podía crear alarma social. Desgraciadamente, la tragedia ya había sucedido. No había razón para no servir la noticia. Era deber del diario servirla por su interés público.

El documento

En los días posteriores, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont; su ‘conseller’ de Interior, Joaquim Forn, y el jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, negaron uno tras otro la información de EL PERIÓDICO. El 30 de agosto, el diario obtuvo una copia de la nota enviada por el espionaje estadounidense a los Mossos y el día siguiente publicó un extracto del documento.

El Gobierno de Puigdemont y el jefe de su policía se revolvieron de forma furibunda. Forn y Trapero acusaron a EL PERIÓDICO de difamar y ensuciar a la policía de la Generalitat y al propio Govern. En una insólita rueda de prensa convocada de urgencia, en la que Trapero se permitió señalar amenazadoramente a periodistas del diario, ambos acabaron admitiendo lo que habían ido allí a renegar: que los Mossos habían sido alertados el 25 de mayo. No obstante, aún rehusaron que el espionaje de EEUU fuera el remitente del aviso.

El linchamiento

La embestida de Forn y Trapero abrió el camino a una campaña de linchamiento de EL PERIÓDICO en la que participaron con ahínco propagandistas y políticos nacionalistas y su desaforada  jauría digital. Numerosas organizaciones periodísticas nacionales e internacionales apoyaron al diario y denunciaron los ataques a la libertad de información. Hubo, sin embargo, un silencio elocuente, el del Col·legi de Periodistes de Catalunya.

La injuriosa campaña no guardaba en realidad relación con el doloroso golpe del 17-A, sino con la revelación de una noticia que los nacionalistas (en ningún caso el diario) interpretaron que podía poner en tela de juicio una pieza estructural del proyecto independentista catalán, que en aquellas fechas se acercaba a sus momentos cumbres del 1-O y la declaración unilateral de independencia.

La verdad

Casi dos meses después, el 26 de octubre, la Policía Nacional interceptó una furgoneta de los Mossos que transportaba decenas de cajas de documentos para quemar en la incineradora. La Audiencia Nacional reclamó los papeles y entre ellos apareció la nota original de la inteligencia de EEUU y un documento de uso interno de los Mossos que reproducía y apostillaba el mensaje que cinco meses antes había tecleado un agente estadounidense ajeno a la tormenta que su trabajo iba a desencadenar en Catalunya.