Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre acabaron con el bipartidismo dominante de PP y PSOE al convertir a Podemos y Ciudadanos en fuerzas relevantes en el tablero político. Mariano Rajoy ganó los comicios, pero decidió inhibirse y dejar a otro candidato la iniciativa de formar gobierno. Pedro Sánchez intentó ser presidente y fracasó.
Ahora, el 26-J se plantea como una suerte de segunda vuelta en la que la abstención amenaza con castigar más al flanco izquierdo pese a que los escándalos de corrupción (Imelsa, Gürtel, papeles de Panamá) siguen acechando al PP.