La imputada hermana del Rey se comerá el turrón esta Navidad sabiendo que la espera el banquillo. Sus abogados la defienden como una esposa cegada de amor que, aunque trabajaba en La Caixa, no se enteraba de las maniobras de su marido. En los 17 años que han transcurrido desde su boda con Iñaki Urdangarin, rayos, truenos y granizo han eclipsado aquel tiempo tan feliz. En el 2005, el conde de Fontao aconsejó al exbalonmanista modificar su actividad profesional. Tras el 'exilio' a Washington, vino el registro del Instituto Nóos, las imputaciones de los duques y el nuevo retiro a Ginebra. La incógnita ahora es si la infanta renunciará a sus derechos sucesorios.
INFANTA EN EL BANQUILLO
¿Cegada de amor?
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