Más de 1.900 personas han sido imputadas en casos de corrupción en España en lo que llevamos de legislatura. No todas son políticos, pero sí la inmensa mayoría. Si a eso se suma que no hay semana en que no aparezca otro pufo, la conclusión a la que llegan los ciudadanos es la siguiente: el 71,1% de los entrevistados por el GESOP consideran que la corrupción es un problema generalizado que afecta a la mayor parte de políticos. Solo el 26% opina que los implicados son una minoría.
Tampoco parecen haber servido para templar los ánimos las medidas anticorrupción aplicadas por el Gobierno de Mariano Rajoy. El 79,7% de los entrevistados están convencidos de que esas iniciativas no son las adecuadas. Solo el 14,6% cree que servirán de algo y únicamente entre los votantes del PP se vislumbra una mayor confianza: el 40% afirman que los planes populares de limpieza surtirán efecto, aunque el 50,7% lo niegan. Los electores conservadores también son quienes muestran una mayor condescendencia con los políticos, pues el 38,9% atribuyen la corrupción a una minoría, pese a que el 58,9% la generalizan.
Y faltaba la guinda en todo este guirigay de escándalos, la irrupción del Pequeño Nicolás, cuyas andanzas no cuelan entre la mayoría de la población. El 55,2% de los encuestados ven en este Lazarillo del siglo XXI una persona mentirosa, por el 21% que la ve sincera. Los electores de CiU (el 39,1%) son quienes más creen que lo que cuenta este joven es cierto.