LA CONTRACRÓNICA

Y Navarro insistió

El líder del PSC se atrincheró en su fe federalista frente al escepticismo general de unos incisivos interlocutores

Sin intermediarios 8 Pere Navarro posa junto a los ciudadanos que participaron en el coloquio. / FERRAN SENDRA

Pere Navarro es un político insistente. Insiste todo el rato. Hasta el punto de usar su latiguillo más manido en el título de su libro («Insisteixo, la solució és federal»), a riesgo de que alguien pueda sacar la conclusión de que en esas 210 páginas no encontrará nada que no le haya oído ya al líder del PSC. La misma insistencia -que para sus partidarios es coherencia y para sus detractores, terquedad- que desplegó en las dos horas de coloquio ante unos lectores que le interrogaron sin darle tregua. «Esto es como un tribunal» fue el recibimiento que le brindó uno de ellos. Había varios independentistas confesos, pero ninguno se declaró federalista. ¿Sintomático?

«El» tema, cómo no, protagonizó el debate, con un interrogante formulado de cuatro o cinco maneras distintas: por qué el PSC no está en el frente soberanista. Y Navarro insistía, corrigiendo a quienes acusaban a los socialistas de no defender siquiera la consulta. «Derecho a decidir sí, pero de esta manera no», respondió varias veces. De Escocia se sirvió como asidero para demostrar que las cosas se pueden hacer de otra forma, aunque cuando se le preguntó si un presidente socialista permitiría la consulta, como avalan los socialistas escoceses, dio un paso atrás y volvió a insistir: «Primero hay que crear espacios de diálogo».

Además de su libro, que repartió a sus aguerridos interlocutores al término de la charla aprovechando la semana de Sant Jordi, Navarro les recomendó la lectura de la Declaración de Granada, la biblia de la reforma constitucional del PSOE. El debate con Rafael Guirado propició la primera autocrítica del líder socialista: «Los números no salen hoy, pero es la única propuesta que hay sobre la mesa».

Los otros críticos

Los lectores recordaban en algún momento a la ejecutiva del PSC, al menos antes de que los dirigentes más indómitos fueran represaliados. Igual que los díscolos, los ciudadanos le recriminaron el «sometimiento» del PSC al PSOE, un reproche que empujó al primer secretario de los socialistas a cambiar de estrategia y pasar al contrataque: «Comparad los documentos de Santillana del Mar y de Granada y veréis que hemos cambiado al PSOE de arriba abajo».

Su mano dura con los críticos también concitó reprobaciones y el único instante en que el político abandonó la corrección y se mostró herido en su orgullo. «De buen rollo», pero desafiante, le exigió sin éxito a Llorenç Guasch que retirase una alusión a Joan Reventós, el fallecido fundador del PSC, sobre quien aseguró que la cúpula actual, probablemente, ya le habría expedientado o expulsado del partido. «Se hubiera sentido muy cómodo viendo cómo hemos votado diferente del PSOE dos veces en el Congreso. Nunca había pasado eso en 30 años», replicó irritado.

Pero el ambiente se relajó de cuajo cuando uno de los más jovenes de la sala, Jordi Arís, condujo el debate hacia los azotes de la crisis y los recortes con una pregunta lapidaria: «¿Usted es amigo de los mercados?». Navarro regresó a la corrección política -«las soluciones no son tan fáciles»- y puso en marcha entonces otra estrategia también habitual en él: usar su pasado como alcalde para mostrar empatía.

El empeño aquí fue convencer de que no todos los políticos son iguales. Que no todos se encierran en el despacho. Tanta autocomplacencia puso en la radiografía de su gestión como alcalde que Sergi Freixa, a quien le tocó cerrar el interrogatorio, animó a los presentes a mudarse a Terrassa, donde «todo va bien».