CiUyERCvislumbran ya el pacto que garantizará la estabilidad parlamentaria al Govern de Artur Mas. Para alcanzar dicho acuerdo se requieren dos condiciones. Una, indispensable, sobre la que pende la estabilidad del futuro Ejecutivo convergente: poner fecha a la consulta de autodeterminación. La otra, casi tan importante, cambiar la tendencia en la fiscalidad catalana, orientándola hacia postulados menos liberales. O más progresistas. A gusto del consumidor.
Más o menos encauzado lo económico, ambos partidos nacionalistas han alcanzado ya un principio de acuerdo sobre el referendo, la clave de todo. La resistencia de la federación a encorsetarse (Oriol Pujol dixit) con una fecha ha sido vencida, según confirman fuentes de ambas trincheras negociadoras. El 2014, la cifra mágica que adornaba todos los actos electorales de Esquerra en campaña, cuando se cumplirán 300 años de la efeméride con la que los catalanes se golpean en la frente cada Onze de Setembre, es el año. Y antes de octubre, la fecha escogida para, en principio, partir (o no) hacia Ítaca, como decía Artur Mas en sus horas álgidas.
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