El cartel electoral del PSC se ha realizado con un contundente primer plano dePere Navarro.Se intenta potenciar al máximo la capacidad expresiva y reducir la distancia existente entre el candidato y el elector. Es un «¡míreme a los ojos, yo no le voy a engañar!». Una imagen para hacer pensar y sentir.

Votamos, también, por la cara. Y el rostro resulta decisivo en la comunicación electoral. El 65% de la comunicación es no verbal. Las emociones que intuimos en la abundante información que nos facilita la expresividad de los rostros nos ofrecen tal caudal de conocimiento -consciente o no- que atribuimos valor y opinión a sus supuestas ideas, juzgando y clasificandoa primera vista. Pensamos lo que sentimos y vemos.

Los estrategas socialistas convierten la cara deNavarroen la ilustración de su difícil posicionamiento político: un rostro equilibrado y simétrico (entre las opciones del PP y de CiU), serio (contra los radicalismos y excesos verbales), próximo y transparente (frente a las ambigüedades). Una cara «sensata».

Sorprende que haya desestimado completamente el potencial de la sonrisa, tan importante en la percepción de credibilidad y confianza. Sin duda, es una de sus mejores bazas. Cuando sonríe parece el yerno perfecto y elbon janque dicen que es. Renunciar a lo mejor que se tiene es casi una metáfora del actual PSC. Veremos qué cara pone y cómo se le queda el cuerpo el 25-N.