La fecha electoral

28-N, derbi Montilla-Mas

TONI SUST / Barcelona

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El presidente de la Generalitat dio ayer pistas inequívocas sobre la fecha que ha elegido para las elecciones catalanas, aunque no la anunció. José Montilla confirmó por omisión que no serán en octubre, ya que a medianoche expiró el plazo para que las convocase para el domingo 24 de octubre. Montilla declinó desvelar sus planes apelando a «la deferencia y la lealtad institucional» que, dijo a Com Ràdio, debe a su Govern y al presidente del Parlament, Ernest Benach. Tan solo informó de que descarta el 7 de noviembre por la visita del Papa a Barcelona. Visita que también excluye como posibles los días 14 y 21 de noviembre, para que la campaña electoral no se cruce con la estancia de Benedicto XVI. En definitiva, todo lleva a pensar -si se excluyen los laborables y otros fines de semana con festividades próximas- que Catalunya votará el 28 de noviembre, que no es un día cualquiera, ni mucho menos, para millones de catalanes.

Elpresidentgana un mes de tiempo, un tiempo de descuento del que puede esperar varias cosas. Por ejemplo, la concreción del plan de rescate legislativo de los recortes que el Estatut sufrió a manos del Constitucional. La promesa del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, podría traducirse antes del 28-N en algunos resultados concretos, en unos tiempos en los que el PSC está casi solo en la defensa y el recuerdo del texto estatutario, mientras otros, cada vez más, vislumbran, cada cuál por su lado, qué forma sería la mejor de ir creando la Catalunya independiente que se les antoja como una meta final inevitable. Otra opción es que el PSC espere de esas semanas que CiU se enrede en la madeja de su secesionismo de calculada ambigüedad. También se contempla como opción la simple y rotunda intención de «prolongar la agonía», como asegura la federación nacionalista, o que surjan nuevas acusaciones o pruebas relacionadas con elcaso Palauque comprometan a CiU, apuntan algunos partidos.

EL PARTIDO / No hay estadística que precise cuántos de quienes pueden votar en las catalanas son del Barça (y cuántos del Madrid, que los hay), pero está claro que son muchos y también que esperan con ansia ese fin de semana: Barça-Madrid en el Camp Nou. Pep Guardiola contra José Mourinho. Es de suponer que se adelantaría el partido al sábado, para que no coincidiera con los comicios. Y ya pueden desatarse las cábalas sobre si juntar el partido con el derbi electoral entre Montilla y el líder de CiU, Artur Mas, puede beneficiar a uno u otro, sobre si puede estimular a la participación o reducirla. O, por ejemplo, sobre si el electorado reaccionaría igual después de una victoria culé que hunda un poco más el proyecto de Florentino Pérez o tras un tropiezo azulgrana, galopada de Mourinho incluida.

LA CONTRAPOSICIÓN PSC-CiU / Montilla gana un mes en el que sus asesores quieren profundizar en diferenciar su oferta de la de Mas. A un lado, el PSC, como único partido catalán que quiere seguir en España pero, matizan los socialistas catalanes, con una relación provechosa y exigente por parte de la Generalitat, dando a entender que la sumisión del PPC lo deja fuera de esta categoría. Al otro lado, en esta visión, figura el proyecto de CiU, marcado por un independentismo creciente pero sin fecha, que esperará, según repite Mas, a que la mayoría de los catalanes se declaren partidarios de la secesión para conducirlos al triunfo y al Estado propio. Y mientras llegue esa fecha, CiU dice que se centra en combatir la crisis económica, como de hecho, lógicamente, sostienen el resto de fuerzas.

No hubo sorpresas al conocerse que Montilla apostaba por el 28-N. Los socios lo dan por hecho, y evitaron elevar la voz. Esquerra aseguró que no es importante cuándo habrá elecciones, pero que sean ya. ICV coincidió en quitar relevancia a la fecha, ya que, precisó Joan Herrera, lo que le preocupa es que se recorten derechos a parados y pensionistas.

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MÁS PLENOS / Como consecuencia de la prolongación de la legislatura, se contempla la posibilidad de que el Parlament sea escenario de uno o dos plenos, que se harían los días 22 y 23 de septiembre y 6 y 7 de octubre. No se descarta que una de las citas se aproveche para celebrar el debate de política general del Parlament, que suele servir como inicio del curso político, pero que no tendría el sentido habitual, la explicación por parte delpresidentde cómo afronta el periodo, sino que serviría de colofón a la legislatura; sin embargo, no parece probable que ello suceda.

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