Es y no es leyenda

La leyenda lo es y no lo es. No basta que alguien proclame que fulanito o menganita constituyen una; demasiado fácil. También se necesita que otros le nieguen esa condición. Sin contrariedades nada interesante sucede. Recuerdo que mientras todos decían que Maradona era el mejor del mundo, Maradona aseguraba que el mejor era el Trinche Carlovich, a quien poquísimos habían visto jugar. Qué es una leyenda tampoco está claro. Aquello que te convierte en una especie de mito para unos se oculta tras una fórmula secreta, imposible de desentrañar, como si sumases dos números al azar, y luego multiplicases el saldo por tu número de primos, y le restases los años que tenía tu poeta favorito cuando se suicidó, y lo elevases al cubo y le añadieses los kilómetros que hay entre la Tierra y la luna, y todo eso lo dividieses por tu canción favorita, y el resultado fuese la fecha de tu cumpleaños; difícil de creer.

La leyenda depende no tanto de la leyenda, que también, como de quienes juzgan que lo es o que no lo es. El personaje que la encarna se aprecia solo bajo ciertas condiciones. No es inalcanzable, ni inmaterial, pero hay que desear verlo, o que cuando te hablen de él, creas religiosamente lo que te cuentan, aunque no haya pruebas. En ocasiones la leyenda lo es a posteriori, porque murió y sus admiradores la reivindican sin parar. Si tienes fortuna, convives con ella con normalidad, como nos pasa a algunos con Rafa Cabeleira. Quienes lo conocemos nos rendimos a él cuando lo vimos la primera vez. Nunca pierde la oportunidad de ser único. Su presencia lo eleva todo. Cuando se va, queda en el aire lo que hizo o dijo, revestido de un genio exclusivo. Incluso lo que hace mal. Porque se equivoca muchísimo, pero qué equivocaciones. No importa por quién esté rodeado: algunos sabemos que cuando todos estemos muertos, si morimos, de Rafa se dirá que él era el bueno de verdad, el que no necesitó hacer nada a propósito por demostrarlo. Le bastaba con existir para ser el mejor; pero eso sucederá en el futuro. Aunque en el presente también es el mejor.