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Gemma Martínez

Directora adjunta de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

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Los decibelios del estadio de Florentino

Taylor Swift durante la primera de sus dos actuaciones en el Estadio Santiago Bernabéu. / Ricardo Rubio - Europa Press

Igual que cada vez hay más manifestaciones contra el turismo, las habrá contra el ruido. Lo pronostica bien Gay Mercader, promotor musical catalán con más de 3.000 conciertos a sus espaldas y responsable de que los Rolling Stones, Bob Dylan, Bruce Springsteen y Patti Smith actuasen en España por primera vez. Esta cruzada antidecibelios ya tiene un ejemplo reciente en la guerra judicial de los vecinos del Santiago Bernabéu, que han forzado al Real Madrid a suspender los conciertos hasta abril de 2025, algunos con todas las entradas vendidas.

El club tomó esta decisión el viernes por la noche en medio del silencio de las Administraciones madrileñas, al menos en público. Lo hizo por la presión de los vecinos y de los promotores musicales. Los primeros han presentado una querella por un presunto delito medioambiental contra el Real Madrid y contra su director general, cuya vista se producirá en breve, tras documentar que los conciertos del nuevo Bernabéu incumplen los límites sonoros. Los segundos se quejan de las medidas escudo contra el ruido que ahora exige el club blanco, como la limitación de la potencia máxima y las bandas de frecuencia, que no rebajan el impacto acústico y enervan al público de los conciertos por la mala calidad del sonido. 

Cuesta creer que el Real Madrid, que lo primero que tiene que hacer es cumplir la ley, pueda compaginar los deseos de unos y otros y que no vaya a dispararse todavía una tensión que también se vive en ciudades como Barcelona, en la zona del Fòrum, y sus festivales.

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El Real Madrid ha de aprovechar este paréntesis musical para determinar si existen soluciones técnicas que permitan que el Bernabéu organice grandes conciertos que encajen en la normativa acústica, algo que parece difícil. Si no es posible, deberá conformarse con otras músicas -como la clásica- y eventos, que, aunque sean menos rentables que las grandes bandas, le permitan lograr ingresos y aplacar a los vecinos. Estos, caricaturizados por parte de la prensa madrileña como ricos votantes del PP, tienen derecho al descanso. Aunque también cabría esperar de ellos un poco de tolerancia para encontrar alguna ventana temporal y horaria en la que sí pueda haber conciertos. La música es vida. 

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