Es muy tentador lanzarse a hacer cábalas sobre lo que pretende el presidente del Gobierno con su anuncio de posible dimisión. Hay hipótesis para todos los gustos. Hasta el domingo escucharemos mil y una interpretaciones, pero será mejor no anticipar nada porque con Pedro Sánchez nunca se sabe. La decisión ya la tiene tomada, y volverá a sorprendernos. En cualquier caso, más allá del desasosiego personal que sufre por las acusaciones contra su mujer, que seguramente quedarán en nada, su amago de dimisión es un hecho con el que no contribuye a la estabilidad institucional ni brinda tampoco un ejemplo de responsabilidad. Si uno es presidente del Gobierno no amenaza con irse, lo anuncia cuando ya lo ha decidido, explicando entonces las razones, o se calla si todavía no lo sabe. Sánchez acierta al denunciar la política que busca la destrucción personal del adversario, y el vaciamiento del debate para acabar en la cloaca del insulto y la descalificación del contrincante, pero tampoco él es un dechado de virtudes. Su carta busca la polarización y huele a plebiscito personal.
Elecciones 12M Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Salvador Illa, pese a Sánchez
Su probable victoria en las catalanas se sostiene en que su electorado está bastante movilizado, pero sobre todo en que no genera anticuerpos
Archivo - El ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante una sesión de control al Gobierno en el Senado, en Madrid (España) a 14 de julio de 2020. Con este pleno, la Cámara Alta dará por terminada su actividad parlamentaria hasta el mes de septiembre. /
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