Sant Jordi Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Los otros 364 días

Hay un consuelo evidente en hacer lo mismo que todos, una inercia que te conecta con los amigos, con el mundo, y de paso te regala la sensación del deber cumplido

Sant Jordi 2024: ¿dónde y cuándo firman los autores de EL PERIÓDICO?

Diada de Sant Jordi en Barcelona / FERRAN NADEU

Uno de mis recuerdos de infancia más vivos se sitúa en el Mercat del Ram de Vic. Tendría nueve o diez años. Como toda la gente de Osona, con mis padres íbamos cada año a mezclarnos con la muchedumbre. Caminábamos con pasos cortos para admirar esos tractores brillantes, las segadoras enormes como animales prehistóricos, el ganado vivo —vacas, cerdos, ovejas, caballos, que nos miraban con desconfianza y hoy me hacen pensar en 'Rebelión en la granja', la novela de George Orwell. Yo soportaba ese fastidio porque en algunas paradas daban caramelos y sabía que tarde o temprano mis padres me comprarían algodón de azúcar hilado, pero odiaba a las multitudes. Ese día que ahora recuerdo, en la zona donde se exponían coches y autocaravanas, entré en una rulot y ahí dentro, solo en aquella casa en miniatura, me sentí protegido y me dieron ganas de encerrarme hasta que todo el mundo se hubiera marchado. Mi padre me vino a buscar y le dije: “¿Por qué hemos venido? Hay demasiada gente”. Su respuesta fue contundente: “Venimos porque sí, porque viene todo el mundo. Venga, vamos a ver a los ponis”.